Así puedes liberarte de ese dolor de cadera que no se va

El dolor de cadera puede llegar a convertirse en un invitado persistente que altera desde la forma en que caminas hasta la forma en la que duermes. Por eso es necesario entenderlo para poder hacer un cambio, ya que muchas veces ese dolor no empieza directamente en la cadera sino el alguna otra parte del cuerpo.

El dolor de cadera se ha convertido en uno de esos compañeros incómodos que aparecen sin avisar y se quedan más tiempo del deseado. Quien lo sufre sabe que no solo afecta al movimiento, también condiciona el ánimo, las rutinas y hasta la manera de dormir. A veces llega tras una mala postura, otras después de una lesión antigua que parecía superada. Pero lo cierto es que el dolor de cadera rara vez avisa de manera clara de dónde viene, y es ahí donde muchas personas empiezan a frustrarse porque, por más que lo traten, el alivio dura poco.

En un reciente contenido de la “Clínica QO”, ese tema se aborda con una franqueza que sorprende. Explican que el dolor de cadera no siempre tiene su origen en la propia articulación, sino que puede ser la consecuencia de un problema mayor en la espalda o en la pelvis. La idea resulta reveladora porque invita a dejar de mirar solo el punto donde molesta para empezar a entender el cuerpo como un sistema conectado. Cuando se cambia ese enfoque, la recuperación deja de sentirse como un intento de silenciar un síntoma y se vuelve un proceso más coherente y profundo.

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La importancia de fortalecer la musculatura que sostiene la cadera

“Ejercicios para fortalecer a largo plazo”. Fuente: Freepik

Una vez entendido el origen, el siguiente paso es trabajar sobre los músculos que estabilizan la cadera. En el video que podremos ver a continuación se destacan tres ejercicios básicos que buscan, precisamente, devolver fuerza y control a la zona: los pasos laterales con banda elástica, la plancha y el clásico puente. Aunque parecen movimientos sencillos, están centrados en activar el glúteo medio y los abdominales, dos grupos que funcionan como un cinturón natural que mantiene la pelvis en su sitio.

El enfoque no es solo ganar fuerza, sino crear una musculatura que responda cuando caminamos, subimos escaleras o permanecemos sentados mucho tiempo. Los especialistas recomiendan practicar estos ejercicios a diario, sobre todo después de una caminata ligera, cuando el cuerpo está más receptivo. Es constancia, más que intensidad, lo que permite que la articulación deje de resentirse y que el movimiento se vuelva más fluido.

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