Andrea Mallo, docente de Flou: «aunque hablemos de niños de corta edad, los menores de seis años pueden mostrar signos de ansiedad, tristeza o miedos”

La ansiedad en la infancia puede ser algo que muchos no creen que se presente, pero según la docente Andrea Mallo, y otros expertos, es más común de lo que se puede pensar.

La ansiedad no entiende de edades y, aunque a veces nos cueste aceptarlo, también puede instalarse en los primeros años de vida. Aparece en gestos mínimos, en silencios que pesan más de lo normal, en miedos que paralizan a niños que aún no saben ponerle nombre a lo que sienten. En los últimos años, la conversación sobre salud mental infantil se ha vuelto urgente porque las cifras son alarmantes, con uno de cada siete menores en España sufriendo algún tipo de trastorno mental. En ese contexto, la ansiedad deja de ser una palabra abstracta y se convierte en un síntoma que merece toda nuestra atención.

Está enfermedad también se hace visible en las aulas, en casa y en los patios donde los niños pasan buena parte del día, y lo preocupante, según la docente de Flou, Andrea Mallo, es que incluso los menores de seis años pueden presentar señales claras de ansiedad, tristeza o miedos que afectan su desarrollo normal. Detectarlo a tiempo puede ser decisivo, no solo para aliviar el malestar actual, sino para evitar que ese sufrimiento se asiente y acompañe al niño durante la adolescencia y la adultez.

1
Señales que no se deben ignorar para detectar ansiedad en niños

“Irritarse sin motivos es un signo de alerta”. Fuente: Freepik

La ansiedad en la infancia suele camuflarse en comportamientos que los adultos, muchas veces, interpretan como simples cambios de humor o etapas pasajeras, como volver a mojar la cama, negarse de golpe a ir al colegio, irritarse sin motivo aparente o jugar siempre en soledad. Esta puede expresarse de manera silenciosa, a través de gestos que parecen insignificantes, pero que, sumados, revelan que algo no va bien.

Publicidad

Andrea Mallo insiste en que el cuerpo habla incluso cuando los niños no encuentran palabras para explicar lo que sienten. En el aula, dice, los docentes funcionan como primera línea de observación y por eso reclama más formación para detectar estas señales. Trastornos como la ansiedad por separación, el TDAH o el autismo pueden manifestarse desde edades muy tempranas, y cuando se interviene a tiempo el pronóstico mejora de forma notable, algo que también da herramientas esenciales a las familias.

Atrás
Publicidad
Publicidad