Los dos aviones que cambiaron la Guerra Civil: los accidentes aéreos que costaron la vida a los generales Sanjurjo y Mola y dejaron a Franco como único jefe del golpe militar

La historia de España podría haber sido radicalmente distinta si dos fatídicos vuelos no hubieran terminado en tragedia al inicio del conflicto. La muerte accidental de los generales Sanjurjo y Mola eliminó a los principales rivales de Francisco Franco en la carrera por el liderazgo militar.

El estallido de la Guerra Civil española trajo consigo una incertidumbre que se vio agravada por la desaparición repentina de sus principales instigadores en el bando sublevado. Nadie imaginaba en aquel momento que el destino intervendría de forma tan decisiva para reconfigurar la jerarquía de los militares alzados contra la República. Lo que parecía un golpe con múltiples cabezas visibles pronto se transformó en un mando único inesperado.

La casualidad jugó un papel determinante al dejar vía libre a Franco, quien inicialmente no era la primera opción para liderar el nuevo Estado que pretendían fundar. Mientras sus compañeros de armas perecían en circunstancias aéreas dramáticas, él consolidaba su posición gracias a una mezcla de prudencia y fortuna que muchos calificaron como providencial. Estos accidentes no solo cambiaron el liderazgo, sino el propio curso de la contienda.

EL DESPEGUE FALLIDO EN ESTORIL QUE ACABÓ CON LA VIDA DEL GENERAL SANJURJO

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El primero de estos eventos cruciales ocurrió apenas tres días después del inicio de la sublevación, cuando el general José Sanjurjo se disponía a volar hacia España. Era el líder indiscutible del golpe y todos esperaban que asumiera la jefatura del Estado de forma inminente tras aterrizar en Burgos. Sin embargo, su avioneta Puss Moth se estrelló poco después de despegar en Portugal, envuelta en llamas tras chocar contra unos árboles al final de la pista.

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Los informes de la época señalaron que el exceso de equipaje pudo ser la causa principal de aquel siniestro que cambió la historia de forma instantánea. Sanjurjo insistió en cargar un pesado baúl con su uniforme de gala, desoyendo las advertencias del piloto Juan Antonio Ansaldo sobre la seguridad del vuelo. Aquella decisión, motivada por la vanidad y la certeza del triunfo, le costó la vida y dejó a la sublevación sin su cabeza visible original.

LA MUERTE DEL DIRECTOR MOLA ENTRE LA NIEBLA DE BURGOS EN PLENA CAMPAÑA

Casi un año después, el destino volvió a golpear a la cúpula militar rebelde con la muerte del general Emilio Mola, conocido como «El Director» de la conspiración. Su avión se estrelló violentamente contra el monte Alcocero en medio de una densa niebla que dificultaba enormemente la visibilidad en la zona. Mola era el estratega intelectual del golpe y una figura de enorme peso que mantenía un equilibrio de poder frente a otros generales.

La noticia de su fallecimiento cayó como un jarro de agua fría entre las filas nacionales, pues su capacidad organizativa era fundamental para el desarrollo de las operaciones en el norte. Su desaparición eliminó al último gran obstáculo que podía hacer sombra a la autoridad creciente del Generalísimo en el bando sublevado. Con Mola fuera de juego, la estructura de mando perdió su bicefalia y se encaminó definitivamente hacia una dictadura personalista y centralizada.

LAS INCESANTES TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN SOBRE AMBOS SINIESTROS AÉREOS

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Resulta inevitable que, ante la enorme conveniencia de estas muertes para Franco, surgieran inmediatamente rumores sobre posibles sabotajes en ambas aeronaves. Muchos historiadores y contemporáneos especularon con la idea de que la mano de los servicios secretos o facciones internas pudiera estar detrás de los accidentes. Sin embargo, las investigaciones técnicas nunca encontraron pruebas concluyentes de explosivos o manipulación mecánica que avalaran estas sospechas de juego sucio dentro del propio bando nacional.

A pesar de la falta de evidencias sólidas, la sombra de la duda ha perdurado durante décadas debido a lo oportuno de ambos desastres para un solo beneficiario. Se habló de piezas aflojadas, de presiones británicas y de rivalidades internas llevadas al extremo para asegurar el mando único. Lo cierto es que, fueran accidentes o no, el resultado práctico fue una limpieza de competidores que ningún estratega político habría podido ejecutar con tanta eficacia y rapidez.

CÓMO FRANCO APROVECHÓ EL VACÍO DE PODER EN LA GUERRA CIVIL

Francisco Franco supo leer con astucia el nuevo escenario que se abría ante él tras la desaparición de sus dos competidores más directos y carismáticos. Su carácter cauteloso y su habilidad para no precipitarse le permitieron maniobrar dentro de la Junta de Defensa Nacional para hacerse indispensable. Aprovechó el vacío de liderazgo en la Guerra Civil para presentarse como la única opción viable capaz de unificar las diferentes sensibilidades políticas y militares del alzamiento.

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La concentración de poder fue paulatina, pero inexorable, logrando que sus compañeros de armas le otorgaran el mando único militar y político en una reunión decisiva en Salamanca. Sin Sanjurjo para reclamar la jefatura del Estado ni Mola para dirigir la estrategia política, Franco no tuvo oposición real. Su ascenso a la jefatura absoluta no fue un plan premeditado desde el inicio, sino una consecuencia directa de saber ocupar el espacio que la muerte dejó libre.

EL IMPACTO EN EL DESARROLLO DEL CONFLICTO Y LA ESTRATEGIA MILITAR

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Con el mando unificado, la estrategia de la guerra cambió, pasando de los planes rápidos de Mola a la guerra de desgaste que prefería Franco para asegurar el control. Mola abogaba por acciones contundentes y rápidas para tomar Madrid, mientras que Franco optó por limpiar metódicamente el territorio, aunque eso alargara la contienda. Este cambio de enfoque no solo prolongó el sufrimiento, sino que permitió al nuevo líder cimentar su poder sobre la población y el ejército.

La unidad de mando evitó las disputas internas que tanto debilitaron al bando republicano, otorgando a los nacionales una ventaja operativa crucial en los frentes de batalla. La disciplina férrea impuesta por Franco contrastaba con la dispersión de esfuerzos que se vivía en el otro lado de la trinchera. Esta cohesión, nacida de la ausencia de rivales internos, fue un factor determinante para decantar la balanza bélica hacia el lado de los sublevados.

EL LEGADO DE DOS TRAGEDIAS QUE REESCRIBIERON LA HISTORIA DE ESPAÑA

Es fascinante plantearse cómo habría evolucionado el régimen si Sanjurjo o Mola hubieran sobrevivido para liderar la España de la posguerra tras el conflicto. Probablemente, el sistema político resultante habría tenido matices diferentes, quizás menos centrado en la figura casi divina de un caudillo. La historia que conocemos es fruto de una serie de carambolas aéreas que eliminaron las alternativas y forzaron un camino único bajo la batuta de un solo hombre.

La llamada «baraka» o suerte de Franco se convirtió en una leyenda que lo acompañó durante casi cuarenta años de dictadura ininterrumpida. Estos accidentes aéreos no son simples notas a pie de página, sino los eventos fundacionales que permitieron la creación del franquismo tal como lo entendemos. El azar, manifestado en forma de niebla y exceso de equipaje, demostró ser un arquitecto tan poderoso como cualquier ideología o movimiento de tropas en el campo de batalla.

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