Dormir es algo que todos hacemos por naturaleza, pero cuando vamos a ver más fondo nos damos cuenta que son pocos los que realmente descansan. Esa es la reflexión que propone la psicóloga y doctora en medicina del sueño Núria Roure, quien lleva años estudiando cómo el descanso influye en la mente, el cuerpo y el equilibrio emocional. En una entrevista reciente en el canal ‘Mentes Indomables’, Roure explicó que dormir bien no se reduce a cerrar los ojos y pasar horas en la cama, sino que se trata de alcanzar un sueño profundo, reparador, ese que permite al cuerpo regenerarse y a la mente resetearse.
En una sociedad que glorifica la productividad y desprecia las pausas, dormir se ha convertido casi en un lujo. Las estadísticas confirman que dormimos menos que hace una década, y lo hacemos peor. Roure advierte que una sola semana de mal sueño puede alterar la regulación de la glucosa y generar síntomas similares a la prediabetes. Dormir, entonces, no solo afecta el estado de ánimo o la concentración, sino que tiene implicaciones directas sobre la salud física.
3Reaprender a dormir en una era que no se detiene
Roure defiende que dormir bien es una habilidad que se puede reaprender. No se trata de perseguir la perfección, sino de crear un ambiente propicio para que el cuerpo pueda descansar. En su experiencia, una siesta corta, de no más de veinte minutos, puede marcar la diferencia entre una tarde arrastrada y una jornada productiva. Dormir, en su forma más sencilla, es el antídoto natural contra el estrés y la ansiedad que dominan los días modernos.
El reto está en comprender que dormir no es tiempo perdido, sino una inversión en salud. En una época donde todo invita a estar en alerta permanente, recuperar el arte de descansar se convierte en un acto de resistencia. Valencia, Madrid o cualquier gran ciudad comparten el mismo problema de la falta de pausa. Y es ahí donde las palabras de Roure resuenan más que nunca.






