Valencia guarda secretos que ni los propios valencianos terminan de descubrir. Entre barrancos, cuevas y murallas de piedra caliza se esconde Sot de Chera, uno de esos rincones que parecen detenidos en el tiempo, un pequeño pueblo que combina historia, geología y paisajes de ensueño. En esta zona interior, donde el rumor del agua se mezcla con el eco de su pasado morisco, se despliega un mosaico natural difícil de olvidar. Quien se adentra en su valle descubre que Valencia no es solo playa y paella, sino también montaña, silencio y leyenda.
La historia de Sot de Chera está escrita en sus piedras, en el curso cambiante de su río y en las huellas de quienes lo habitaron. Este enclave valenciano, con su geografía caprichosa y sus raíces multiculturales, ha sabido conservar una identidad propia, marcada por el acento aragonés de sus repobladores y el alma andalusí de su antiguo barrio morisco. Valencia se muestra en una faceta donde los pueblos que han resistido no pierden su esencia.
3El agua es el alma viva de Sot de Chera
Si hay algo que define a este rincón de Valencia, es el agua. El río Sot atraviesa el pueblo y lo envuelve con su rumor constante, dando vida a pozas, fuentes y cascadas que cambian de rostro con cada estación. El Gruñidor, una piscina natural a los pies del pueblo, se convierte en verano en el punto de encuentro de vecinos y visitantes. Bajo la mirada del viejo castillo, las aguas cristalinas invitan a sumergirse en una experiencia que combina naturaleza y tradición.
Más arriba, el paraje de Las Toscas ofrece una de las estampas más espectaculares de Valencia con cascadas que brotan de la roca, musgos que cubren las paredes y un ambiente casi selvático. Tras días de lluvia, el espectáculo se multiplica, recordando por qué esta tierra fue descrita alguna vez como vauclusiana, donde el agua aparece y desaparece como por arte de magia. Desde el Mirador del Morrón, el visitante se despide del valle con una vista panorámica que resume la esencia de este tesoro oculto.






