El pastel de patata y espinacas se ha convertido en uno de esos platos que conquistan sin hacer ruido, casi sin darse importancia, pero que terminan repitiéndose semana tras semana en muchas cocinas. Su éxito no está en técnicas complicadas ni en ingredientes imposibles, sino en esa combinación sencilla que resulta reconfortante, ligera y muy fácil de adaptar al día a día. El pastel de patata y espinacas encaja igual de bien en una comida familiar que como plato único para una cena tranquila.
Además, el pastel de patata y espinacas transmite sensación de cocina casera y saludable, lo que le da puntos a favor desde el primer momento. Es de esas recetas que apetecen cuando se busca comer bien sin renunciar al sabor, aprovechando productos básicos y económicos. Bien hecho, resulta cremoso, aromático y con un equilibrio perfecto entre la suavidad de la patata y el punto vegetal de las espinacas.
3Un plato que siempre funciona
Al sacarlo del horno, te recomendamos que dejes que el pastel de patata y espinacas se asiente, es decir, que lo dejes reposar durante un buen tiempo, porque ese breve reposo logra realzar la textura y facilita el corte. Se puede servir templado o incluso frío, y en ambos casos mantiene su encanto y su sabor suave pero reconocible.
Si sigues estos pasos al pie de la letra y respetas los tiempos que te hemos dado, sin duda alguna tendrás un plato que triunfará en tu mesa por todos los sentidos, por fácil, por saludable y por sabroso. El pastel de patata y espinacas no necesita adornos ni discursos largos, basta con llevarlo a la mesa para que se entienda por qué se ha ganado un sitio fijo en tantas casas.






