El escenario político en Aragón se prepara para una de sus pruebas más intensas en años. El adelanto electoral al próximo 8 de febrero de 2026, impulsada por la combinación de encuestas favorables al presidente autonómicoJorge Azcón (PP) y la estrategia de Alberto Núñez Feijóo de establecer metas volantes autonómicas para erosionar al PSOE, abre un terreno fértil para la batalla política.
En este contexto, la relación personal y profesional de Azcón con el empresario Juan Forcén se ha convertido en un arma potencial para la oposición. La fractura entre el PP y Vox en Aragón añade complejidad a un tablero ya fragmentado.
Aunque los sondeos muestran que la coalición conservadora sigue siendo la favorita, las tensiones internas podrían limitar la capacidad de Azcón de lograr la ansiada mayoría absoluta de 34 escaños, a la que el PP actualmente se acerca con 28-30 según las últimas encuestas.
Esta debilidad relativa permite al PSOE proyectar estrategias de ataque basadas no solo en las políticas del gobierno autonómico, sino también en los aspectos personales y las decisiones cuestionables de su presidente.
Uno de los episodios más polémicos que persigue a Azcón fue su gestión durante las inundaciones que afectaron este pasado verano a Zaragoza y Teruel. Mientras decenas de familias sufrían daños graves, el presidente autonómico se encontraba a más de mil kilómetros de distancia, en Galicia, asistiendo a una boda y a un concierto.
Su tardía llegada tres días después del inicio de la emergencia y su explicación de que no disponía de un «Falcon» para regresar fueron ampliamente criticadas, dejando una imagen de desconexión y falta de empatía.
JUAN FORCÉN
Más allá de la gestión de crisis, la figura de Azcón está vinculada a su relación con Juan Forcén, constructor, accionista del Real Zaragoza y protagonista de varias adjudicaciones polémicas durante la alcaldía del propio Azcón en Zaragoza.
La cercanía entre ambos ha suscitado denuncias de tratos de favor y dudas sobre la transparencia en la adjudicación de contratos públicos. Entre los episodios más destacados, se encuentran los siete contratos de quioscos concedidos en un solo año al empresario, así como su implicación en proyectos como la reforma del estadio de La Romareda, que combina inversión pública y gestión privada a través de Nueva Romareda SL.

La polémica se intensificó cuando se conoció que Azcón y Forcén viajaron juntos a Puerto Rico a comienzos de 2024, lo que el PSOE no dudó en calificar como un viaje que evidencia vínculos que van más allá de lo institucional y que podrían ser utilizados como argumento político en una campaña electoral.
Para la oposición, la imagen de ‘amistad peligrosa’ ofrece un elemento simbólico potente para cuestionar la ética y la transparencia del presidente autonómico. Frente a esta situación, Pilar Alegría, ministra de Educación y líder del PSOE en Aragón, se prepara para convertir la narrativa en una estrategia de voto útil.
La intención es atraer a votantes que habitualmente apoyan a formaciones más pequeñas de izquierda, como Chunta Aragonesista, Podemos o Izquierda Unida, y concentrar así el respaldo necesario para frenar el avance del PP. En un contexto en el que las encuestas recientes proyectan una ligera pérdida de escaños para el PSOE, el voto útil se convierte en un instrumento clave para recoser heridas internas y fortalecer la posición del partido.
El PP, por su parte, se enfrenta a un dilema estratégico. Aunque la mayoría conservadora parece garantizada en Aragón, las fricciones con Vox y la imagen desgastada de Azcón, tanto por su gestión de las inundaciones como por sus relaciones con Forcén, pueden limitar la capacidad de la formación de alcanzar la ansiada mayoría absoluta.
Esto convierte cualquier adelanto electoral en un terreno incierto, donde factores personales y mediáticos podrían tener tanto peso como las propuestas programáticas. El contexto autonómico se cruza con la estrategia nacional de Génova 13, que contempla adelantar las elecciones a marzo de 2026.
Sin embargo, el PSOE y Moncloa evalúan que un adelanto al 8 de febrero podría favorecer a los socialistas si se construye una narrativa eficaz alrededor de la ética y la transparencia, utilizando los episodios de Azcón y Forcén como bandera de campaña.
La ministra Alegría, con su visibilidad estatal, se perfila como la figura capaz de consolidar el voto de izquierda y presentar al PP no solo como un rival político, sino como un actor cuya cercanía con ciertos empresarios genera inquietud en la sociedad aragonesa.






