Las ensaimadas caseras tienen ese poder casi mágico de transformar una mañana cualquiera en un momento especial, pero en Navidad ese efecto se multiplica. No es solo el dulce en sí, es el silencio de la casa mientras amanece, el horno encendido cuando fuera aún hace frío y el aroma que se cuela por cada rincón anunciando que el desayuno será distinto. Preparar las ensaimadas caseras es, en el fondo, una forma de detener el tiempo y crear recuerdos alrededor de la mesa.
Quien decide apostar por las ensaimadas caseras debe asumir desde el principio que no es una receta para ir con prisas. Requiere atención, reposos y manos pacientes, pero a cambio ofrece una textura esponjosa, un sabor auténtico y la satisfacción de compartir algo elaborado en casa. En un desayuno navideño en familia, las ensaimadas caseras se convierten en el centro de todo, incluso antes de que lleguen a la mesa.
2Preparación paso a paso y sin prisas
Para iniciar el proceso de las ensaimadas caseras debes disolver la levadura en agua templada, nunca caliente, para que actúe correctamente. A esa mezcla debes añadir los huevos y el azúcar, integrándolo todo con calma antes de incorporar la harina poco a poco. Al principio la masa puede parecer difícil de manejar, pero debes seguir amasando hasta que esté lisa, elástica y se despegue de las manos.
Tras el primer reposo, debes dividir la masa, estirarla muy fina sobre la encimera y untarla generosamente con manteca. Luego enróllala con cuidado y dale forma de espiral, dejando espacio para que crezca. Coloca las ensaimadas caseras en la bandeja y respeta el segundo levado sin impaciencia. Solo así, al hornearlas, conseguirás ese interior tierno y ese aroma que anuncia que el desayuno navideño está a punto.






