Gran Canaria acogerá la Navidad más brillante de España tras ganar el concurso de Ferrero Rocher

Gran Canaria volverá a brillar esta Navidad desde lo más alto de la isla. Tejeda, uno de sus pueblos más emblemáticos, ha sido elegido como el más brillante de España tras ganar el concurso de Ferrero Rocher, un reconocimiento que convierte sus calles y su paisaje volcánico en símbolo de ilusión, unión vecinal y celebración compartida.

Gran Canaria vuelve a situarse en el centro de todas las miradas esta Navidad y lo hace desde sus cumbres, lejos de las playas y del bullicio habitual. La isla acogerá la Navidad más brillante de España gracias a Tejeda, el municipio que se ha impuesto en el concurso de Ferrero Rocher tras unir paisaje, identidad y una enorme implicación vecinal. Gran Canaria, una vez más, demuestra que su riqueza va mucho más allá del sol y el mar, y que también en el corazón volcánico del territorio se escriben historias capaces de emocionar.

El anuncio ha sido recibido como un pequeño acontecimiento colectivo en Tejeda, donde vecinos y autoridades celebran algo más que un despliegue de luces. No es solo decoración navideña, es el reconocimiento a una forma de vivir y a un enclave que representa como pocos la esencia de Gran Canaria. Entre barrancos, roques y silencio de altura, este municipio se prepara para brillar con luz propia y convertirse durante semanas en símbolo de ilusión compartida.

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Patrimonio, tradición y vida que resiste

“Parador Cruz de Tejeda”. Fuente: Wikipedia

Muy cerca del casco urbano se extiende el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Este reconocimiento refuerza la idea de que Gran Canaria guarda en su interior uno de los legados arqueológicos y culturales más valiosos del Atlántico. Cuevas, graneros colectivos y observatorios naturales hablan de una adaptación inteligente a un entorno duro pero generoso.

La vida cotidiana en Tejeda mantiene ese equilibrio entre pasado y presente. Las casas blancas se escalonan siguiendo la pendiente, las calles estrechas regalan miradores inesperados y el calendario se rige todavía por la naturaleza. Cuando los almendros florecen, entre enero y febrero, el paisaje se transforma y el pueblo celebra una de sus fiestas más reconocibles. Museos, caminos reales y fincas activas completan un mosaico que demuestra que este rincón de Gran Canaria no es un decorado, sino un territorio vivo que ahora, además, brillará como nunca en Navidad.

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