La nutrición es el punto de partida cuando Valter Longo habla de longevidad, una palabra que aparece una y otra vez en su discurso porque, según defiende, no es un asunto reservado a los genes ni a la suerte, sino a las decisiones que tomamos cada día. Qué comemos, cuándo lo hacemos y de qué manera se integra la alimentación en nuestro estilo de vida marca diferencias profundas entre llegar a los 65 o alcanzar los 90 con una buena calidad de vida.
Desde su trabajo al frente del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, Longo insiste en que la nutrición y el estilo de vida pesan más de lo que solemos pensar. La genética ayuda, sobre todo en edades muy avanzadas, pero antes de eso son los hábitos los que inclinan la balanza, algo que, lejos de ser una mala noticia, abre una puerta clara a la prevención y al cambio.
2El protagonismo de los carbohidratos de calidad
Uno de los puntos que más llama la atención en la propuesta de Longo es el papel central que concede a los hidratos de carbono dentro de la nutrición. Frente a la demonización que han sufrido en los últimos años, el investigador defiende que una dieta longeva debería basarse, en un 80 por ciento, en carbohidratos de calidad.
Cereales integrales, legumbres, frutos secos, frutas frescas y aceite de oliva forman el núcleo de esta nutrición pensada para vivir más y mejor. Son alimentos que aportan energía, fibra y compuestos bioactivos, y que además encajan bien en un estilo de vida mediterráneo, algo que refuerza la idea de que la longevidad no está reñida con el disfrute de la comida.






