La rutina laboral permanece en la vida de todos a diario, queramos o no, y después de alguno que otro descanso volver a ella suele ser difícil y requerir más fuerza de la normal. Septiembre marcó, para muchos, el regreso a los horarios, a los correos electrónicos interminables y a esa sensación de cansancio anticipado que aparece incluso antes de sentarse frente al ordenador. Tras semanas de descanso, comidas desordenadas y horarios flexibles, el cuerpo y la mente necesitan un periodo de reajuste que no siempre resulta sencillo.
La rutina laboral no solo exige concentración y disciplina, también demanda energía física y estabilidad emocional. Por eso, cada vez más expertos coinciden en que la alimentación juega un papel clave en este proceso de adaptación. “Lo que comemos influye directamente en cómo nos sentimos”, explica Isabel Martorell, doctora en Biomedicina y responsable del equipo de Nutrición y Salud de Nootric, una idea que cobra especial importancia cuando toca dejar atrás el verano.
1La importancia de recuperar horarios para que el cuerpo vuelva a su sitio
Volver a la rutina laboral implica mucho más que cumplir un horario de trabajo. El organismo necesita recuperar hábitos regulares después de semanas de desajustes, y eso empieza por las horas de las comidas, del descanso y de la actividad física. Desde Nootric insisten en que restablecer estos ritmos ayuda a equilibrar las hormonas y a mejorar la sensación general de energía.
Comer entre tres y cuatro veces al día y apostar por cenas ligeras es una de las recomendaciones básicas. Dormir bien resulta esencial para rendir durante la jornada, especialmente a partir de los 65 años, cuando el sueño suele volverse más frágil. Una cena copiosa puede sabotear ese descanso y hacer que la rutina laboral se sienta todavía más cuesta arriba.





