Los músculos fuertes no aparecen por arte de magia ni se construyen únicamente levantando pesas durante una hora y olvidándose del resto del día. Detrás de un cuerpo que responde bien al entrenamiento hay descanso, alimentación, preparación previa y una forma de entender el movimiento mucho más amplia. La idea de machacarse en el gimnasio sin mirar nada más hace tiempo que quedó obsoleta, y cada vez más especialistas insisten en que el verdadero progreso empieza antes de sudar.
Hablar de músculos fuertes es hablar también de salud, de prevención y de calidad de vida a medio y largo plazo. La médica Sara Martín Berbell lo explica con claridad en sus redes, donde combina divulgación y sentido común para desmontar mitos muy arraigados. Según ella, entrenar sin cuidar lo que comes, cómo descansas o cómo te mueves el resto del tiempo es perder el tiempo y, en algunos casos, poner el cuerpo en riesgo.
3Respiración, minerales y constancia a partir de los 35
Otro aspecto que influye directamente en unos músculos fuertes es la respiración consciente. Respirar bien durante el ejercicio o en momentos de estrés mejora la oxigenación muscular y ayuda a que el cuerpo gestione mejor el esfuerzo. Es un gesto sencillo, pero marca la diferencia cuando se integra de forma habitual en la rutina.
Por último, la doctora Berbell pone el foco en minerales esenciales como el magnesio y el calcio, imprescindibles para que el músculo se contraiga, se relaje y se recupere. A partir de los 35 años, perder masa muscular no es solo una cuestión estética, sino de salud. Mantener músculos fuertes implica cuidar la ingesta de proteína, en torno a un gramo y medio por kilo de peso, y asegurar estos micronutrientes a través de la dieta. Una ensalada de lentejas, queso feta, una pechuga de pollo y verduras variadas es un buen ejemplo de cómo alimentar al músculo para que responda, se repare y gane fuerza con el tiempo.






