La llegada de temperaturas bajo cero a gran parte del país pone en jaque a quienes no dominan tres gestos fundamentales al volante. La DGT insiste cada temporada en que la mayoría de conductores ignora estas técnicas esenciales, y el resultado son pérdidas de control, salidas de vía y colisiones que podrían evitarse. Reducir la velocidad parece obvio, pero pocos saben cuánto exactamente ni por qué es tan crítico en superficies heladas.
Multiplicar la distancia de seguridad no significa añadir unos metros más de separación. la adherencia de los neumáticos sobre hielo es incluso menor que sobre nieve, lo que convierte cualquier frenada en una lotería si no guardas al menos cien metros con el coche de delante. Y aquí viene lo que casi nadie aplica correctamente: tocar el volante y los pedales como si fueran de cristal, sin movimientos bruscos que rompan el frágil equilibrio entre las ruedas y el asfalto.
LO QUE TRÁFICO REPITE Y POCOS ESCUCHAN
Las placas de hielo son traicioneras porque apenas se ven a simple vista. Suelen formarse en zonas de sombra, orientadas al norte o con alta humedad, especialmente cuando la temperatura baja de los tres grados centígrados. Un conductor desprevenido puede encontrarse patinando sin haber visto venir el peligro, y entonces todo depende de cómo reaccione en décimas de segundo.
La Dirección General de Tráfico ha publicado recientemente en su revista oficial las pautas para esta temporada invernal. Entre todas las recomendaciones hay una que destaca por encima del resto: evitar manejar el volante con brusquedad y no frenar ni acelerar de forma repentina. Parece sencillo sobre el papel, pero en situación de pánico el instinto empuja a dar un volantazo o pisar el freno a fondo, justo lo que convierte un susto en un accidente.
POR QUÉ LA VELOCIDAD LO CAMBIA TODO
Circular despacio no es solo una cuestión de prudencia genérica. Cuando hay nieve recién caída, los primeros copos hacen que el asfalto se vuelva resbaladizo como una pista de hielo, y la película de agua mezclada con polvo y grasa del pavimento elimina casi toda la adherencia. A 100 kilómetros por hora en esas condiciones, frenar a tiempo resulta prácticamente imposible.
La normativa establece códigos de colores según la intensidad de la nevada. En nivel verde, cuando empieza a nevar pero no ha cuajado, la velocidad máxima baja a 100 km/h en autopistas y 80 km/h en el resto de vías. Si la cosa se pone seria y llega el nivel rojo con la carretera cubierta por completo, hablamos de 30 km/h obligatorios y cadenas montadas. Saltarse estos límites no es valentía, es jugarse la vida.
LA DISTANCIA QUE NADIE RESPETA
Mantener cien metros de separación con el vehículo de delante suena a exageración para muchos conductores acostumbrados a circular pegados al de enfrente. Pero los expertos en seguridad vial de Tráfico no se inventan estas cifras: la distancia de frenado se multiplica por tres o cuatro cuando hay hielo o nieve en el firme. Lo que normalmente requiere 20 metros para detenerse, puede convertirse en 80 metros de patinaje incontrolado.
El problema no es solo tu capacidad de frenar a tiempo. Si el coche que va delante pierde el control y derrapa, necesitas margen de maniobra para esquivarlo o detenerte sin colisionar. Con apenas dos o tres coches de separación, como hacen tantos en la autopista, ese margen desaparece y el choque en cadena está garantizado. La DGT lo repite hasta la saciedad, pero sigue siendo la norma más ignorada en carretera.
VOLANTE Y PEDALES COMO PLUMAS
Aquí está el quid de la cuestión que separa a un conductor preparado de uno que acaba en la cuneta. Cuando pisas el freno a fondo sobre hielo, las ruedas se bloquean y el coche se convierte en un trineo sin dirección, porque los neumáticos pierden por completo el contacto efectivo con el asfalto. Aunque tengas ABS, la física tiene sus límites y el sistema no hace milagros sobre superficies sin agarre.
Lo mismo ocurre con el volante: un giro brusco para esquivar un obstáculo genera una transferencia de peso que rompe la tracción. Las recomendaciones oficiales de la Dirección General de Tráfico son clarísimas: movimientos progresivos en pedales y dirección, como si el coche fuera de porcelana. Frenar de forma anticipada y suave, girar despacio, acelerar con delicadeza. Cada acción debe fluir sin sobresaltos.
MARCHAS LARGAS Y FRENO MOTOR
Hay una técnica que desconcierta a muchos pero que los organismos de tráfico recomiendan para superficies deslizantes. Circular con marchas más largas de lo habitual reduce las revoluciones del motor y hace que la entrega de potencia sea más suave, minimizando el riesgo de que las ruedas motrices patinen al acelerar. En llano y subidas, segunda o tercera marcha son tus aliadas para arrancar sin derrapar.
En bajadas la estrategia cambia por completo. Utilizar el freno motor con marchas cortas permite controlar la velocidad sin tocar apenas el pedal de freno, evitando que las ruedas se bloqueen y pierdas la dirección del vehículo. Es contraintuitivo porque normalmente buscamos marchas largas en descensos, pero sobre nieve o hielo la lógica se invierte. La DGT insiste en recordarlo justo cuando arrancan las primeras nevadas de la temporada, sabiendo que muchos olvidarán este detalle crucial hasta que sea demasiado tarde.









