El PSOE afronta en Aragón una de las campañas más complicadas de los últimos años. Las previsiones internas no son buenas y el clima político nacional juega claramente en contra de los intereses socialistas.
La acumulación de escándalos de corrupción a nivel estatal y el desgaste del Gobierno central están afectando a las expectativas electorales del partido en todos los territorios, y Aragón no es una excepción.
En este contexto adverso, Pilar Alegría ha asumido el reto de ‘salvar los muebles’ del socialismo aragonés, con el objetivo de lograr un resultado aceptable y, sobre todo, impedir que el presidente del Gobierno autonómico, Jorge Azcón, se acerque peligrosamente a la mayoría absoluta.
La apuesta del PSOE por Pilar Alegría es total. La dirigente socialista ha dejado la portavocía del Gobierno y el Ministerio de Educación para centrarse de lleno en la batalla aragonesa.
El antiguo reino se ha convertido en una plaza clave: no tanto por las opciones de recuperar el Ejecutivo autonómico a corto plazo, sino por la necesidad de frenar el avance del bloque conservador y mantener una oposición fuerte que condicione la legislatura.
Los socialistas aragoneses son conscientes de que parten de una posición defensiva. Las encuestas internas dibujan un escenario de retroceso electoral, con pérdida de apoyos tanto hacia la abstención como hacia otras fuerzas progresistas.
A ello se suma el efecto arrastre de la política nacional, donde el PSOE paga un alto precio por la percepción de desgaste, las tensiones internas y los casos de corrupción que copan titulares y erosionan la credibilidad del proyecto socialista.
Este contexto dificulta enormemente la movilización del electorado tradicional del partido. Ante esta situación, Pilar Alegría ha diseñado una estrategia basada en dos ejes principales. El primero es frenar el crecimiento del Partido Popular y evitar que Jorge Azcón pueda gobernar con una mayoría absoluta o con una posición de fuerza que le permita prescindir de apoyos parlamentarios.
El segundo, no menos importante, es contener la fuga de votos por la izquierda y recomponer, en la medida de lo posible, el espacio progresista en Aragón. En este sentido, la apelación al voto útil será uno de los mensajes centrales de la campaña socialista de cara al 8F.
Alegría insistirá en que solo el PSOE está en condiciones reales de plantar cara al PP y de ejercer una oposición eficaz. El objetivo es evitar que los votos progresistas se dispersen entre formaciones como Chunta Aragonesista, Izquierda Unida o Podemos, partidos con los que el PSOE compite directamente por un electorado similar.
El discurso del voto útil no es nuevo, pero en esta ocasión el PSOE pretende reforzarlo con un mensaje de responsabilidad y de defensa de los intereses de Aragón. Alegría quiere presentarse como una líder con experiencia institucional, conocimiento del territorio y capacidad de interlocución tanto en Madrid como en la comunidad autónoma.
La idea es trasladar que un PSOE fuerte en Aragón es garantía de estabilidad, influencia y defensa de los servicios públicos frente a las políticas del Gobierno autonómico del PP. Pero la estrategia socialista no se limita a mirar hacia la izquierda.
EL PAR SE JUEGA SU VIABILIDAD
El PSOE también tratará de seducir a votantes desencantados del Partido Aragonés (PAR), que es una formación histórica del aragonesismo moderado que atraviesa una profunda crisis y que pelea por no quedar fuera de las Cortes de Aragón.
En Ferraz y en la federación aragonesa del PSOE consideran que parte del electorado del PAR, especialmente el más pragmático y preocupado por la defensa del territorio, puede ver en el PSOE una opción útil para frenar el centralismo de Vox y mantener una agenda sensible a las reivindicaciones aragonesas.
Para reforzar este mensaje, los socialistas trabajan en la incorporación de algunos fichajes relevantes, perfiles con peso político y social que ayuden a ampliar la base electoral del partido.

La dirección actual es consciente de que debe integrar sensibilidades, aunque entre los más identificados con el fallecido expresidente Javier Lambán no las tienen todas consigo, y evitar fracturas internas que puedan penalizar aún más el resultado electoral. La sombra de Lambán sigue presente en el PSOE aragonés, tanto por su legado como por el respaldo que conserva en determinadas comarcas y agrupaciones locales.






