Las hojas de limón muchas veces pueden pasar desapercibidas en la cocina y en el botiquín natural, eclipsadas por el protagonismo del fruto. Sin embargo, basta buscar un poco en la tradición popular y en algunos estudios científicos para descubrir que estas hojas verdes esconden un potencial terapéutico que va mucho más allá del aroma fresco que desprenden al frotarlas entre los dedos.
Las hojas de limón, utilizadas desde hace generaciones en infusiones y remedios caseros, forman parte de ese conocimiento que se transmite casi en voz baja. No prometen curas milagro, pero sí alivios reales, especialmente cuando se integran con sentido común en una rutina de cuidado diario, siempre como complemento y nunca como sustituto de un tratamiento médico.
1Un aliado natural para el sistema digestivo
Las hojas de limón destacan, sobre todo, por su efecto calmante sobre el aparato digestivo. Son conocidas por ayudar a aliviar las flatulencias, reducir la inflamación gastrointestinal y aportar una sensación de ligereza tras comidas pesadas. En infusión, actúan de manera suave, sin provocar irritación, lo que las convierte en una opción interesante para estómagos sensibles.
Además, estas hojas contribuyen a la eliminación de toxinas y favorecen la función del hígado, la vejiga y los riñones. Las hojas de limón también ayudan a reducir la acidez y los ardores, y su contenido en compuestos estimulantes puede mejorar la concentración y la actividad mental, algo que explica por qué muchas personas las toman a media tarde.
