Óscar Fernández, nutricionista: «El primero, el alimento más cancerígeno que existe es el donut”

Normalmente pensamos en la alimentación como algo rutinario y casi automático, hasta que alguien pone palabras a lo que preferimos no mirar. Óscar Fernández, nutricionista, explica sin rodeos al afirmar que “el alimento más cancerígeno que existe es el donut”, una frase que incomoda porque señala directamente a productos que muchos tenemos normalizados en el día a día y que, sin darnos cuenta, pueden estar pasando factura a largo plazo.

Los alimentos cancerígenos han dejado de ser una idea abstracta para convertirse en una preocupación real en un momento en el que comemos más productos procesados que nunca. La dieta, ese gesto cotidiano que repetimos varias veces al día casi sin pensar, tiene un peso enorme en la salud a medio y largo plazo, aunque muchas veces lo olvidemos entre prisas, envases llamativos y mensajes tranquilizadores que poco tienen que ver con lo que realmente contienen.

Los alimentos cancerígenos no siempre son los que imaginamos y, según advierte el nutricionista Óscar Fernández, el problema no está solo en comer mal de forma puntual, sino en normalizar hábitos que acaban pasando factura. En una entrevista en el pódcast ‘Slowsoncast’, el experto puso sobre la mesa una lista que ha sorprendido a muchos y que obliga a replantearse qué estamos metiendo en el carrito de la compra.

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Lo barato que sale caro

“Los tuppers de plásticos no son la mejor opción”. Fuente: Freepik

Los alimentos cancerígenos no siempre llegan al organismo por lo que comemos directamente, a veces lo hacen por cómo se prepara o se conserva la comida. Fernández señala las cafeteras de aluminio y las cápsulas como una fuente silenciosa de metales pesados que ingerimos a diario sin sospecharlo. Su recomendación es que mejor optemos por acero inoxidable y evitemos riesgos innecesarios.

Los alimentos cancerígenos también se cuelan en la rutina a través de recipientes aparentemente prácticos. Los túper de plástico, tan habituales en el día a día, no son la mejor opción si se busca cuidar la salud a largo plazo. El experto explica que es mejor usar vidrio siempre que sea posible y asumir que, en alimentación, lo barato suele salir caro si hablamos de consecuencias.

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