La calma no siempre llega sola, a veces hay que ayudarla a entrar en casa. En un momento en el que el ruido exterior se cuela por todas partes y la mente salta de estímulo en estímulo sin descanso, el espacio en el que vivimos se convierte en algo más que un lugar físico. Es refugio, es pausa y, si está bien pensado, también puede ser una herramienta para recuperar el equilibrio mental.
La calma tiene mucho que ver con lo que vemos a diario, con los colores que nos rodean y con la forma en la que estos influyen, casi sin que nos demos cuenta, en nuestro estado de ánimo y en nuestra capacidad de concentración. Entre todos ellos, hay uno que destaca por su capacidad para aportar serenidad sin apagar la mente, un tono que invita al silencio interior y al enfoque sostenido.
1El verde suave, el color que ordena la mente
Cuando hablamos de la calma aplicada al hogar, el verde suave aparece como uno de los grandes aliados. No el verde intenso ni el demasiado oscuro, sino ese tono que recuerda a la naturaleza tranquila, a los árboles vistos desde la distancia o a las hojas al amanecer. Es un color que el cerebro asocia con equilibrio y estabilidad, lo que ayuda a reducir la sensación de estrés.
Además, el verde tiene una particularidad muy valorada, y es que relaja sin adormecer. A diferencia de otros colores más fríos, no invita a la desconexión total, sino que permite mantener la atención sin tensión. Por eso, introducir la calma a través de este color es especialmente útil en espacios donde se necesita pensar, leer o trabajar sin fatiga mental.





