La calma no siempre llega sola, a veces hay que ayudarla a entrar en casa. En un momento en el que el ruido exterior se cuela por todas partes y la mente salta de estímulo en estímulo sin descanso, el espacio en el que vivimos se convierte en algo más que un lugar físico. Es refugio, es pausa y, si está bien pensado, también puede ser una herramienta para recuperar el equilibrio mental.
La calma tiene mucho que ver con lo que vemos a diario, con los colores que nos rodean y con la forma en la que estos influyen, casi sin que nos demos cuenta, en nuestro estado de ánimo y en nuestra capacidad de concentración. Entre todos ellos, hay uno que destaca por su capacidad para aportar serenidad sin apagar la mente, un tono que invita al silencio interior y al enfoque sostenido.
2Dónde usarlo para potenciar la concentración
La forma en la que aplicamos la calma también importa. El verde suave funciona muy bien en despachos, zonas de estudio o rincones de lectura, donde la mente necesita estar despierta pero serena. Pintar una pared principal o integrar este tono en textiles y elementos decorativos puede marcar una diferencia notable en cómo se percibe el espacio.
En dormitorios, este color ayuda a crear una atmósfera de descanso mental que va más allá del sueño. La calma que transmite facilita bajar el ritmo al final del día, ordenar pensamientos y desconectar de la sobreestimulación. No se trata de llenar la habitación de verde, sino de usarlo con intención, como un fondo que acompaña y no invade.






