La dependencia absoluta que teníamos de Google en nuestros dispositivos Android está a punto de sufrir el mayor terremoto de su historia con la llegada de los nuevos Galaxy S25. Se trata de un cambio de paradigma donde la inteligencia artificial nativa toma el control de la experiencia, desplazando a las herramientas del buscador a un segundo plano casi invisible. Los usuarios que enciendan su terminal este enero se encontrarán con un ecosistema que ya no espera órdenes, sino que actúa por su cuenta.
Esta nueva filosofía de «primero Samsung, luego el resto» marca una distancia insalvable con lo que conocíamos hasta hoy en el mundo de la telefonía móvil. De hecho, la interfaz prioriza sus propios algoritmos para gestionar tus datos y rutinas, creando un muro sutil pero firme ante los servicios de Mountain View. Es el comienzo de una era donde la lealtad a la marca del dispositivo supera, por primera vez, a la lealtad al sistema operativo.
ADIÓS AL «OK GOOGLE»: EL SILENCIO DEL ASISTENTE
El cambio más traumático para nuestra memoria muscular será descubrir que el comando de voz más famoso del mundo ya no tiene el protagonismo de antaño en la nueva configuración de fábrica. A partir de ahora, el ecosistema favorece a Gemini y Galaxy AI como interlocutores principales, enterrando al viejo Asistente de Google en las profundidades de los menús de ajustes. Es una declaración de intenciones clara: la asistencia reactiva ha muerto para dar paso a una generativa.
Miles de usuarios se sentirán extraños al principio cuando, al intentar invocar ayuda rápida, el teléfono responda con una interfaz y una lógica completamente distintas a las que llevan años usando. Esta transición forzosa implica que tendremos que reaprender a pedir las cosas a nuestro propio móvil, que ahora «habla» un idioma tecnológico mucho más complejo y matizado. La comodidad de lo conocido se sacrifica en el altar de una innovación que no pide permiso para instalarse.
UNA INTELIGENCIA QUE DECIDE SIN PREGUNTAR
Lo que realmente inquieta y fascina a partes iguales es la capacidad de la nueva Galaxy AI para ejecutar acciones transversales entre aplicaciones sin la confirmación constante que exigía el ecosistema de Google. Imagina que tu móvil detecta un vuelo en tu correo y reserva un transporte, tomando la iniciativa de forma autónoma para ahorrarte tres o cuatro pasos manuales que antes eran obligatorios. Esta «agencia» de la IA es el gran salto: dejar de ser una herramienta pasiva para convertirse en un mayordomo ejecutivo.
Sin embargo, esta proactividad plantea interrogantes serios sobre el control real que tendremos sobre nuestras propias decisiones diarias, alejándonos del modelo de permisos granulares que solíamos gestionar. La promesa es tentadora, pero significa que confiaremos ciegamente en el criterio del algoritmo para gestionar nuestra agenda y nuestro dinero sin supervisión humana constante. La magia tecnológica requiere, en este caso, un acto de fe que no todos están dispuestos a firmar.
EL FIN DE LA BARRA DE BÚSQUEDA OMNIPRESENTE
Durante años, la pantalla de inicio de cualquier Samsung ha estado presidida por esa barra blanca de Google que servía como puerta de entrada a todo el conocimiento de internet. El nuevo diseño de One UI 7 sugiere que esa hegemonía visual tiene los días contados, o al menos, que dejará de ser la única protagonista indiscutible del escritorio. Samsung quiere que busques a través de su IA, que preguntes a su sistema y que obtengas respuestas sin salir de su entorno.
Este movimiento es quizás el ataque más directo a la línea de flotación del negocio del buscador, pues reduce drásticamente las veces que «salimos» a la web abierta para consultar datos. Al centralizar las respuestas en el dispositivo, el usuario pierde el contacto directo con la web tradicional, quedándose en un jardín vallado mucho más cómodo, sí, pero también mucho más cerrado. Es la culminación del sueño de cualquier fabricante: que nunca necesites salir de su interfaz.
PRIVACIDAD: ¿EL PRECIO DE LA COMODIDAD EXTREMA?
Al desplazar el foco del procesamiento en la nube del gigante de las búsquedas hacia un modelo híbrido en el dispositivo, se nos promete una mayor privacidad y seguridad en nuestros datos. La realidad es que, aunque los datos se cocinan en casa, el terminal sabe mucho más de nosotros en tiempo real que cualquier otro dispositivo anterior conectado a los servidores de Google. Esto suena ideal sobre el papel, pero implica una vigilancia interna constante para poder ser «útil».
La letra pequeña de estos avances suele esconderse tras términos de servicio kilométricos que aceptamos sin leer, cediendo el control de nuestros hábitos a cambio de esa fluidez mágica. Al final, parece que la comodidad siempre gana la batalla a la privacidad en el mercado de consumo masivo, y esta vez no será una excepción. Los usuarios del S25 tendrán un asistente increíble, pero a cambio de abrir las puertas de su intimidad digital de par en par.
EL 15 DE ENERO COMIENZA LA RESISTENCIA
La fecha marcada no es solo un lanzamiento de hardware más, sino el día en que Samsung planta cara oficialmente al dominio absoluto que Google ha ejercido sobre la experiencia Android durante la última década. Aunque la presentación oficial tenga sus propios tiempos, el despliegue de software empieza a mostrar el cambio desde mediados de mes, marcando el inicio de una fragmentación real del sistema. Es el comienzo de una etapa donde la marca del teléfono importa más que el software base.
No estamos ante una simple actualización anual, sino ante el primer paso firme hacia un futuro donde tu móvil ya no es una ventana pasiva, sino un agente con personalidad propia y agenda independiente. Quienes den el salto descubrirán que la forma de usar un smartphone ha cambiado para siempre, dejándonos con la duda de si nosotros usamos al teléfono o es el teléfono el que ha empezado a gestionarnos a nosotros.









