Las Fuerzas Armadas españolas despiden el año 2025 consolidando su papel como un actor fundamental en el escenario de la seguridad global. A lo largo de los últimos doce meses, más de 20.000 militares han rotado en diversas misiones internacionales, manteniendo un despliegue constante de cerca de 4.000 efectivos repartidos en 15 países.
Esta presencia, que acaba de ser prorrogada por el Gobierno hasta finales de 2026, no solo responde a compromisos adquiridos con la ONU, la OTAN y la Unión Europea, sino que refleja una estrategia de defensa que sitúa las fronteras de la seguridad nacional mucho más allá de los límites geográficos de la península y los archipiélagos.
Aunque suene como una novela del Siglo de oro español, nuestros soldados han actuado desde las gélidas llanuras de Europa del Este hasta las aguas del Índico y el convulso escenario de Oriente Próximo, el contingente español ha demostrado una polivalencia que combina la disuasión militar con la diplomacia de defensa y la ayuda humanitaria.

FLANCO ESTE DE LA ALIANZA
Uno de los hitos más significativos de este año ha sido el refuerzo y liderazgo español en el flanco oriental de la OTAN. España ha asumido un papel protagonista en la nueva Brigada Multinacional en Eslovaquia, donde ejerce como nación líder, coordinando fuerzas de diversos países aliados en un ejercicio de disuasión sin precedentes frente a la inestabilidad en la región.
Este despliegue se suma a la presencia sostenida en Letonia, donde los carros de combate y la artillería española forman parte del batallón multinacional desde hace años, y en Rumanía, donde la vigilancia aérea y los sistemas de radar han sido piezas clave para la protección del espacio aéreo aliado.
El Ejército del Aire y del Espacio ha mantenido una actividad frenética mediante los destacamentos de Policía Aérea en el Báltico y en el Mar Negro, demostrando una capacidad de respuesta inmediata ante cualquier incursión no identificada. Esta apuesta por la defensa colectiva subraya el compromiso de Madrid con sus socios atlánticos en un momento en que la seguridad europea se enfrenta a desafíos sistémicos que requieren una unidad de acción inquebrantable.
ORIENTE PRÓXIMO Y EL MEDITERRÁNEO
En Oriente Próximo, la misión de la ONU en el Líbano sigue representando el despliegue más numeroso y delicado para los cascos azules españoles. Con cerca de 700 militares desplegados en el sector Este, el contingente español ha trabajado incansablemente para supervisar el cese de hostilidades y garantizar la estabilidad en una frontera que ha vivido momentos de extrema tensión.
Paralelamente, en Irak, los militares españoles han continuado su labor de asesoramiento y formación a las fuerzas de seguridad locales, tanto en el marco de la Coalición Internacional contra el Daesh como en la misión de la OTAN. Esta labor de capacitación es fundamental para que el Estado iraquí pueda gestionar su propia seguridad de forma autónoma.
Mientras tanto, en las aguas del Mediterráneo y el océano Índico, la Armada ha liderado operaciones cruciales como ‘Atalanta’, logrando este mismo año éxitos notables en la liberación de buques secuestrados y manteniendo a raya la piratería que amenaza las rutas comerciales internacionales. La vigilancia marítima se ha extendido también al Golfo de Guinea, donde la presencia española es vital para combatir el tráfico ilícito y proteger los intereses energéticos y pesqueros.

EL SAHEL COMO DEFENSA DE LA FRONTERA SUR
A pesar de la compleja situación política en la región del Sahel, España ha mantenido su defensa de la presencia europea en la zona como única vía para evitar que el vacío de poder sea ocupado por grupos terroristas o potencias extranjeras con intereses opuestos a los valores democráticos.
A través de misiones de la Unión Europea en la República Centroafricana y Somalia, así como mediante acuerdos de seguridad cooperativa con países como Mauritania, Senegal y Cabo Verde, los militares españoles han trabajado en el fortalecimiento de las capacidades locales. Esta labor de «diplomacia de defensa» busca atajar las causas de la inestabilidad en origen, entendiendo que la seguridad de África Occidental está intrínsecamente ligada a la del sur de Europa. Al cerrar el año, la valoración institucional destaca la profesionalidad y la humanidad de unas tropas que son percibidas como un socio fiable y solidario, capaces de integrarse en culturas diversas mientras cumplen con los objetivos estratégicos más exigentes.
El año 2025 se cierra, por tanto, con la confirmación de que España no solo participa en la seguridad internacional, sino que ayuda a diseñarla desde la primera línea del compromiso global.






