¿Pensabas escaparte al sur próximamente? Quizá tengas que replantear tu presupuesto, porque la situación en Sevilla está cambiando a pasos agigantados. Aunque siempre hemos disfrutado de sus plazas con total libertad, el consistorio hispalense plantea cobrar entrada para acceder a uno de sus monumentos más universales y queridos.
No es solo una cuestión de dinero, es que ya no cabemos todos en la foto. El turismo masivo ha puesto en jaque la convivencia, y por eso se buscan medidas urgentes para controlar el aforo en los puntos calientes de nuestras ciudades patrimonio.
LA POLÉMICA PROPUESTA DE LA PLAZA DE ESPAÑA
El alcalde de la capital andaluza, José Luis Sanz, ha puesto sobre la mesa un plan que ha levantado ampollas: cerrar el recinto de la Plaza de España. Su argumento principal es que es insostenible mantener el monumento sin ingresos extra que provengan directamente de los millones de visitantes que recibe cada año.
La medida eximiría del pago a los empadronados en la ciudad y a los nacidos en la provincia, creando una frontera invisible entre locales y foráneos. Sin embargo, la oposición y muchos vecinos creen que privatizar un espacio público genera un rechazo inmediato que podría dañar la imagen hospitalaria de la ciudad del Guadalquivir.
SANTIAGO DE COMPOSTELA Y EL FIN DEL PEREGRINO GRATIS
Mientras en el sur se discute, en el norte ya han pasado a la acción con una tasa que grava las pernoctaciones en la ciudad del Apóstol. Las autoridades gallegas defienden que la tasa turística es necesaria para la convivencia y para sufragar los enormes gastos de limpieza y seguridad que genera el Xacobeo.
Ya no basta con llegar a la Plaza del Obradoiro con la mochila cargada de ilusiones, ahora también hay que llevar la tarjeta de crédito lista. Aunque no es un peaje físico a la entrada de la rúa, dormir en la zona histórica tiene un coste invisible que busca seleccionar un turismo de mayor calidad y menor impacto.
¿POR QUÉ AHORA? EL COLAPSO DEL MODELO TURÍSTICO
Las cifras de visitantes tras la pandemia han roto todos los esquemas previstos, superando la capacidad de carga de los servicios municipales. Ciudades como Sevilla no pueden absorber más autobuses turísticos sin que colapsen el tráfico, la seguridad y la paciencia de quienes habitan los barrios céntricos.
El deterioro del patrimonio es evidente y la factura de la luz, la limpieza y la restauración no para de crecer. Si no se cobra al visitante, los impuestos de los residentes acaban pagando la fiesta de un turismo que, en muchos casos, deja poco beneficio real en el comercio local.
MODELOS QUE YA FUNCIONAN EN EUROPA
No estamos inventando nada nuevo, solo hay que mirar a Italia para ver cómo Venecia cobra por entrar a la ciudad o Roma por acercarse a la Fontana de Trevi. La experiencia internacional demuestra que pagar por entrar no disuade a las masas de forma drástica, pero al menos genera una caja millonaria para las arcas públicas.
En España, Cataluña y Baleares llevan años aplicando tasas por pernoctación con relativa normalidad y aceptación. La diferencia es que ahora se plantea cobrar por pisar la calle o disfrutar de un monumento al aire libre, algo que choca frontalmente con nuestra cultura de espacio público abierto.
CÓMO AFECTARÁ ESTO A TU PRÓXIMA ESCAPADA
Si estás planeando un viaje para los próximos puentes, prepárate para incluir una partida de «tasas y accesos» en tu Excel de gastos. Especialmente si tu destino es la capital andaluza, tu presupuesto para visitar Sevilla debe aumentar si quieres disfrutar de la experiencia completa sin restricciones.
Nos encaminamos hacia un turismo de pago por uso, donde pasear por los cascos históricos más bellos tendrá un precio como si fuera un parque temático. El debate sigue abierto, pero parece claro que disfrutar del patrimonio sin abrir la cartera se está convirtiendo rápidamente en un recuerdo del pasado.
EN CONCLUSIÓN
La masificación turística ha llevado a los ayuntamientos de Santiago de Compostela y Sevilla a tomar medidas drásticas para proteger su patrimonio y la convivencia vecinal. Ambas ciudades están ultimando la implementación de tasas o cobros específicos que pondrán fin a la gratuidad total de la visita turística. El objetivo principal trasciende lo meramente recaudatorio; responde a una necesidad urgente de controlar los flujos de visitantes que saturan las calles, garantizando así la conservación de los monumentos históricos y frenar el deterioro acelerado de sus infraestructuras públicas.
En el caso de la capital andaluza, la polémica se ha centrado en la propuesta municipal de cerrar el conjunto de la icónica Plaza de España para cobrar una entrada a los turistas. El gobierno local argumenta que el desgaste monumental exige una financiación extra exclusiva para su mantenimiento y vigilancia constante. Aunque los empadronados en Sevilla y la provincia estarían exentos, los visitantes foráneos deberán preparar la cartera, marcando un precedente que podría extenderse a otras zonas de alta presión turística del centro.
Por su parte, Santiago de Compostela avanza firmemente hacia la implantación de una tasa turística que gravará las pernoctaciones en la ciudad. Esta medida busca que los visitantes contribuyan directamente a sufragar los elevados gastos de limpieza, seguridad y conservación que genera la inmensa afluencia de peregrinos y turistas en el casco histórico. Con esta regulación inminente, disfrutar de la ciudad del Apóstol implicará un coste adicional diario, apostando por un modelo de turismo más sostenible, de calidad y respetuoso con el entorno local.









