El té de laurel ha pasado años ocupando un discreto segundo plano en la despensa, casi siempre reservado para aromatizar guisos y caldos, pero pocas veces pensado como una bebida con entidad propia. Sin embargo, cada vez son más las personas que miran hacia las infusiones tradicionales buscando pequeños gestos diarios que ayuden a sentirse mejor sin recurrir siempre a soluciones artificiales. En ese regreso a lo natural, el té de laurel empieza a ganar protagonismo.
El té de laurel forma parte de una tradición milenaria en España y en muchos otros países, donde las hierbas medicinales se han utilizado durante siglos para aliviar molestias digestivas, calmar el cuerpo y acompañar procesos de recuperación. Aunque no goza de la popularidad de la manzanilla o el jengibre, sus hojas concentran propiedades aromáticas y terapéuticas que, tomadas de forma regular, pueden provocar cambios perceptibles en el organismo.
2El té de laurel para los resfriados, la garganta y las defensas del organismo
Más allá del estómago, el té de laurel también se ha utilizado tradicionalmente para aliviar síntomas respiratorios. En casos de resfriado o dolor de garganta, esta infusión caliente puede ayudar a eliminar mucosidad acumulada en los pulmones, facilitando la respiración y aportando una sensación de alivio bastante inmediata.
Las propiedades antimicrobianas del laurel explican por qué muchas personas recurren a el té de laurel cuando sienten que el cuerpo empieza a flojear. No es una cura milagrosa, pero sí un apoyo natural que, unido a descanso y buenos hábitos, puede ayudar al organismo a defenderse mejor frente a infecciones comunes.






