Está prohibido en media Europa pero tú lo tomas: el medicamento para el dolor que puede matar tus defensas en 24 horas

Es el rey indiscutible de los botiquines españoles y el terror absoluto de los turistas británicos, una paradoja farmacéutica que tiene desconcertados a los expertos. Mientras aquí lo recetamos como caramelos para cualquier dolor, media Europa lo considera un veneno capaz de anular tu sistema inmune en cuestión de horas.

No existe un medicamento más castizo en nuestras casas que esa cápsula alargada que todo lo cura, desde una muela picada hasta un postoperatorio complicado. Sin embargo, lo que para nosotros es pura rutina, al cruzar los Pirineos se convierte en una sustancia prohibida que las autoridades sanitarias persiguen con celo. Y no es una exageración burocrática, porque los casos de agranulocitosis fulminante han encendido todas las alarmas en los hospitales de la costa levantina.

La historia se repite cada verano cuando un turista anglosajón acaba en la UCI tras tomar lo que para un español medio sería una dosis totalmente inofensiva. Aunque nos cueste creerlo, parece que la genética juega un papel macabro en esta ruleta rusa farmacológica que divide al continente en dos bandos irreconciliables. La pregunta que flota en el aire es inquietante: ¿estamos los españoles hechos de otra pasta o solo hemos tenido mucha suerte hasta ahora?

El misterio de la sangre que deja de defenderse

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El efecto adverso tiene un nombre casi impronunciable y unas consecuencias devastadoras para quien tiene la desgracia de sufrirlo en sus carnes. Básicamente, la médula ósea decide que ya no fabricará más glóbulos blancos, dejando al paciente completamente desnudo ante cualquier bacteria oportunista que pase por allí. Sin defensas, un simple resfriado mata.

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Lo aterrador no es solo la gravedad del cuadro clínico, sino la velocidad pasmosa con la que puede presentarse tras la primera ingesta. De repente, una fiebre alta indica que el cuerpo ha bajado la guardia de forma drástica, y el tiempo de reacción para los médicos se reduce a la mínima expresión. Si no se pilla a tiempo, el desenlace es fatal.

¿Por qué en Londres es ilegal y aquí es el medicamento rey?

Si viajas a Estados Unidos o al Reino Unido y pides este medicamento en una farmacia, te mirarán como si solicitaras ántrax o plutonio enriquecido. Allí lo retiraron hace décadas porque consideraron que el riesgo no compensaba el beneficio analgésico, por muy barato y efectivo que resultase contra el dolor agudo. Prefieren tirar de opiodes, con sus propios problemas, antes que arriesgarse.

En cambio, en España seguimos despachándolo por millones cada año, confiando en una estadística que hasta ahora nos ha dado la razón mayoritariamente. Los médicos insisten en que es seguro para la población latina, pero las asociaciones de afectados no dejan de señalar que la seguridad total en farmacología es una quimera. La polémica está servida en cada receta.

La lotería genética que mata a los vikingos

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Aquí es donde la ciencia se pone interesante y un poco selectiva con sus víctimas, cebándose especialmente con los visitantes del norte de Europa. Diversos estudios sugieren que una variante genética específica hace que los británicos y escandinavos sean mucho más propensos a sufrir este colapso inmunitario. Es como si su ADN rechazara de plano la molécula.

Por eso la AEMPS tuvo que ponerse seria y recordar a los sanitarios que no se debe recetar a la ligera a quien no tenga un historial clínico conocido. El problema surge cuando el turismo y la salud se mezclan en una urgencia de Benidorm, donde el dolor no entiende de pasaportes ni de alelos cromosómicos. A veces, la barrera del idioma esconde peligros mortales.

Cuando el remedio duele más que la enfermedad

No se trata de tirar todo el botiquín a la basura ni de entrar en pánico cada vez que nos duele la cabeza un domingo por la tarde. La clave está en entender que ningún fármaco es inocuo y que automedicarse con la alegría con la que lo hacemos aquí es un deporte de riesgo innecesario. La cultura de la pastilla rápida tiene sus costes.

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Quizás la próxima vez que te ofrezcan esa cápsula mágica para un dolor menor, te lo pienses dos veces antes de tragar sin preguntar. Al fin y al cabo, saber que nuestro cuerpo es una máquina compleja debería bastar para tratarnos con un poco más de respeto y menos química recreativa.

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