Desde hace años, la Dirección General de Tráfico (DGT) advierte sobre los peligros ocultos de conducir con prendas demasiado voluminosas en esta época del año. Aunque parezca una medida exagerada, la realidad es que un abrigo grueso crea una cámara de aire que impide que los sistemas de retención funcionen correctamente en el momento crítico de una colisión. No se trata solo de evitar una multa, sino de entender que la física no perdona cuando el cinturón no está pegado al cuerpo.
Muchos conductores desconocen que la normativa deja un margen considerable a la interpretación del agente que vigila la carretera. Lo cierto es que el criterio final dependerá de si la prenda afecta a la conducción de manera evidente, transformando una rutina invernal en una infracción administrativa grave. La clave no está en la prenda en sí, sino en cómo esta obstaculiza la capacidad de reacción ante un imprevisto en la calzada.
¿Qué dice exactamente la «letra pequeña» del artículo 18.1?
El Reglamento General de Circulación es el marco legal que utilizan las autoridades para justificar esta sanción, aunque en ninguna de sus líneas leerás la palabra «abrigo». La norma establece que el conductor está obligado a mantener su propia libertad de movimientos para garantizar su seguridad y la del resto de ocupantes del vehículo. Esta ambigüedad legislativa es la herramienta que permite a la Guardia Civil actuar si perciben que vas embutido en ropa que te impide girar el volante con soltura.
La aplicación de este artículo suele generar polémica entre los automovilistas, quienes a menudo sienten que la sanción depende excesivamente de la subjetividad del momento. Sin embargo, los expertos en seguridad vial coinciden en el riesgo real que supone llevar prendas que limiten la extensión de los brazos o el giro del cuello. Al final, la ley busca penalizar cualquier factor externo que reste agilidad al conductor en situaciones límite.
El «efecto submarino»: cuando la ropa te juega una mala pasada
Más allá del bolsillo, el verdadero problema de conducir con un anorak abultado reside en un fenómeno físico conocido técnicamente como el «efecto submarino». Ocurre cuando el cuerpo se desliza por debajo de la banda abdominal del cinturón debido a la holgura que genera el tejido grueso de la ropa de invierno. Este desplazamiento anula la protección del sistema de retención y puede provocar lesiones internas gravísimas en el abdomen y la espalda.
Las pruebas de choque realizadas por organismos independientes demuestran que la diferencia de tensión del cinturón con y sin abrigo es vital para la supervivencia. Resulta alarmante comprobar que la holgura de apenas unos centímetros multiplica la fuerza del impacto que recibe el cuerpo contra el volante o el salpicadero. Por ello, la recomendación técnica es siempre retirar las prendas gruesas antes de arrancar el motor, sin excepciones.
¿Es la DGT quien decide o el agente de turno?
Una de las dudas más frecuentes es si la multa es automática o si existe cierto margen de tolerancia por parte de los agentes de tráfico. La experiencia dicta que la sanción suele imponerse en casos flagrantes de inmovilidad o cuando se combina con otras conductas de riesgo detectadas en un control. No te multarán por llevar una chaqueta ligera, pero sí por parecer un muñeco de nieve incapaz de alcanzar la palanca de cambios.
La vigilancia se intensifica durante las campañas de invierno, donde la visibilidad y las condiciones del asfalto ya complican de por sí la conducción. Es en este contexto donde la autoridad prioriza la capacidad de maniobra del conductor por encima del confort térmico inmediato dentro del habitáculo. La lógica es aplastante: es preferible pasar un minuto de frío al entrar al coche que perder la capacidad de esquivar un obstáculo.
Climatizador frente a pereza: la solución inteligente
La tecnología actual de los vehículos hace innecesario el uso de ropa de montaña para conducir, gracias a los sistemas de climatización eficientes. Lo ideal es esperar un par de minutos a que el coche alcance una temperatura de confort adecuada antes de iniciar la marcha en carretera abierta. Este pequeño gesto no solo te libra de la multa, sino que mejora exponencialmente tu comodidad y seguridad al volante.
Adoptar el hábito de quitarse el abrigo al entrar al coche debe ser tan automático como abrocharse el cinturón o ajustar los espejos retrovisores. Recordemos que la seguridad vial se construye con pequeñas decisiones cotidianas que, sumadas, marcan la diferencia entre un susto y una tragedia. Al final, esos 200 euros son lo de menos si pensamos en lo que realmente está en juego cada vez que salimos a la carretera.








