España acaba de sorprender al Ejército de Estados Unidos ganando su primer torneo táctico de drones FPV. Un equipo de seis legionarios de la X Bandera «Millán Astray» se impuso en la competición más exigente que la OTAN ha organizado hasta la fecha: pruebas de reconocimiento aéreo, ataques de precisión con drones pilotados en primera persona y coordinación en tiempo real bajo niebla y presión extrema. Lo más sorprendente: los españoles tuvieron confirmación oficial solo tres días antes de comenzar.
La competición, celebrada del 8 al 10 de diciembre en Grafenwoehr, Alemania, reunió a diez equipos de élite de Estados Unidos, España e Italia en el mayor ejercicio multinacional de drones de combate jamás organizado en Europa. No era un simulacro cualquiera. Era una respuesta directa a lo que Ucrania ha demostrado durante casi cuatro años: la guerra moderna se gana ahora con drones baratos, manejables y letales, no necesariamente con sistemas de defensa aérea sofisticados.
Drones que cambiaron las reglas de combate
El Ejército de Tierra español lleva meses experimentando con sistemas aéreos no tripulados de corto alcance y drones pilotados en primera persona (FPV), el equivalente táctico a lo que los ucranianos han convertido en arma revolucionaria. Los drones FPV, que pueden costar entre 400 y 1.000 dólares, han destruido equipamiento militar ruso valorado en cientos de millones. Esto ha obligado a todas las fuerzas occidentales a repensar estrategias defensivas obsoletas. La victoria española en Alemania demuestra que España entiende esta revolución táctica mejor de lo que muchos asumían.
Los equipos participantes manejaban plataformas diversas: desde el sofisticado Skydio X10D —un reconocedor autónomo con cámaras térmicas de 40 minutos de autonomía— hasta drones FPV de construcción propia capaces de navegación mediante piloto manual extremadamente precisa. La coordinación era brutal: un operador gestiona la información de reconocimiento mientras otro ejecuta maniobras ofensivas en tiempo real, todo dentro de densos bosques alemanes, con niebla perturbadora y enemigos simulados esperando cualquier error.
El desafío físico y táctico que no todos superaron
Sargento Primero Logan Parks, coordinador del programa UAS del Centro de Preparación Multinacional Conjunta, explicó el propósito con claridad quirúrgica: evaluar la capacidad de los equipos para ejecutar misiones de «cazador-matador» mientras avanzan cargados a través de terreno hostil, se camuflan y mantienen la máxima discreción. Algunos drones se estrellaron. Otros perdieron conexión. La niebla fue un factor determinante que nadie podía controlar. La presión psicológica de operar bajo cronómetro en condiciones de combate real separó a equipos profesionales de equipos excepcionales.
La guerra moderna se gana ahora con drones baratos, manejables y letales, no necesariamente con sistemas de defensa aérea sofisticados.
El Ejército de Tierra español llegó con ventaja táctica invisible. Meses atrás, la Legión había comenzado entrenamientos simulando el patrón ucraniano: ataques coordinados donde un dron de reconocimiento localiza objetivos mientras drones FPV los neutralizan con precisión de cirugía militar. Esta metodología no era novedosa globalmente, pero sí lo era que una unidad española la había integrado tan profundamente en su doctrina operativa. La coordinación entre el líder de equipo y los operadores de drones fue descrita por los propios organizadores como «excepcional».
Un equipo que ganó sin preparación
El liderazgo del equipo español recayó en el 1er Teniente Carlos Castro Raffia, un oficial joven que gestionó la cacofonía de variables simultáneas: información sensorial dual, toma de decisiones bajo presión, comunicación con dos operadores de drones ejecutando maniobras de riesgo. Lo más extraordinario fue la honestidad postcombate. Castro reveló que su equipo recibió confirmación oficial el martes por la mañana para una competición que comenzaba el jueves. No tuvieron fin de semana de preparación. No tuvieron ensayos finales. «Simplemente trajimos nuestro trabajo diario a Alemania,» explicó. Eso fue suficiente para vencer a unidades estadounidenses que sí disponían de tiempo para afinar estrategias.
El segundo puesto lo conquistó el 1º Batallón del 4º Regimiento de Infantería estadounidense, que ahora avanzará a la competición nacional en Alabama en febrero de 2026. Pero la historia no era solo sobre quién terminó primero. Era sobre qué había aprendido cada equipo. El Sargento Mayor Terry Tillis, comandante de la 7ª Orden de Adiestramiento del Ejército, subrayó algo crítico: «La colaboración no es entre un equipo. Es entre todos nosotros trabajando juntos. Estamos aprendiendo unos de otros.» Este era el propósito real del torneo: demostrar que Europa puede innovar tácticamente en drones tanto como fabricarlos.
¿Quiénes entienden la guerra realmente moderna? Los españoles ganaron. El mensaje fue recibido.
El fuego de Ucrania quema en Alemania
La competición no existía hace un año. Es un producto directo de cómo Rusia ha perdido entre el 70-80% de su equipamiento militar no por ataques aéreos convencionales, sino por drones FPV que costaron menos que un coche de lujo. Ucrania está produciendo 200.000 drones FPV cada mes en 2025, con planes de alcanzar 4,5 millones anuales. Los europeos miraban esto y llegaban a una conclusión incómoda: si no empezaban a entrenar en tácticas de guerra con drones baratos y letales, quedarían obsoletos en una década.
España respondió con la Legión. Francia responde con upgrades tácticos a su Rafale. Alemania está adquiriendo drones tácticos a escala. Polonia entrena en operaciones conjuntas con UAS. La competición de Grafenwoehr era, en realidad, el primer simulacro serio de la OTAN post-Ucrania: ¿Quiénes son los mejores integrando drones en maniobras combinadas? ¿Quiénes entienden la guerra realmente moderna? Los españoles ganaron. El mensaje fue recibido.
Las implicaciones van mucho más allá de un trofeo
La victoria abre camino a que España compita en la siguiente ronda en Alabama, pero lo significativo es cómo cambia la narrativa dentro de fuerzas que tradicionalmente han mirado tecnología táctica hacia Washington o París. La Brigada «Rey Alfonso XIII» II de la Legión, la unidad que ganó, lleva años destacando en operaciones exteriores. Ahora se consolida como referente en modernización operativa dentro del Ejército de Tierra español. Los procedimientos de entrenamiento validados en Almería funcionan. La doctrina de coordinación SRR + FPV que parecía improvisada hace un año, ahora resulta ser más eficiente que la de Estados Unidos.
El Sargento Mayor Eric Navarro del equipo estadounidense de segundo lugar reconoció la realidad con profesionalismo: «fue una buena experiencia. Vimos dónde estaban otros y en qué mejorar. Creo que todos podemos solo mejorar de aquí en adelante.» Esa es la medicina amarga del profesionalismo militar: a veces otros lo hacen mejor. Y cuando ocurre contra tu propia organización, en tu propio territorio, el mensaje resuena a través de toda la cadena de mando.






