Galicia tiene esa capacidad casi mágica de atrapar al viajero sin levantar la voz; ni siquiera necesita grandes reclamos ni artificios, le basta con mostrar sus pueblos tal y como son, con el mar marcando el ritmo, la comida como punto de encuentro y una arquitectura que habla de historia y de vida cotidiana. En las Rías Altas, lejos del bullicio de otros destinos más conocidos, existen lugares que se descubren despacio y que se quedan en la memoria mucho tiempo después de marcharse.
Galicia es también sinónimo de buena mesa y de tradiciones que se mantienen vivas generación tras generación. Entre rías, paseos marítimos y casas de colores pastel, hay un municipio que ha hecho del pulpo su mejor carta de presentación y que conquista tanto por el estómago como por la mirada. Mugardos, en la provincia de A Coruña, reúne todos esos ingredientes que convierten una escapada sencilla en una experiencia completa.
1Un pueblo marinero de Galicia con sabor auténtico
Galicia se reconoce en Mugardos desde el primer paseo junto al mar. Su ubicación en el golfo Ártabro le ha permitido contar con uno de los mejores puertos naturales de la zona, protegido por la ría y marcado por una intensa vida marinera. Caminar por su paseo marítimo de madera, uno de los símbolos del municipio, es una forma perfecta de empezar a entender el carácter del lugar, con el sonido del agua, las barcas balanceándose y las fachadas reflejadas en las galerías acristaladas.
Las casas marineras pintadas en tonos suaves, entre azules, verdes y ocres, crean una estampa que enamora sin esfuerzo. A pie de paseo se suceden terrazas y restaurantes donde el tiempo parece ir más lento, invitando a sentarse sin prisa. Mugardos es, además, paso del Camino Inglés hacia Santiago, lo que añade un constante ir y venir de caminantes que aportan vida al pueblo sin romper su calma.





