El pueblo de Galicia famoso por su pulpo y sus casas de colores pastel que enamora a todos los viajeros

Hay lugares que se ganan al viajero sin esfuerzo, con una mezcla perfecta de buena comida, mar en calma y calles que parecen pintadas a mano. En Galicia, existe un pueblo donde el pulpo es casi una religión y las casas de colores pastel convierten cada paseo en una postal y un destino que se sueña con visitar.

Galicia tiene esa capacidad casi mágica de atrapar al viajero sin levantar la voz; ni siquiera necesita grandes reclamos ni artificios, le basta con mostrar sus pueblos tal y como son, con el mar marcando el ritmo, la comida como punto de encuentro y una arquitectura que habla de historia y de vida cotidiana. En las Rías Altas, lejos del bullicio de otros destinos más conocidos, existen lugares que se descubren despacio y que se quedan en la memoria mucho tiempo después de marcharse.

Galicia es también sinónimo de buena mesa y de tradiciones que se mantienen vivas generación tras generación. Entre rías, paseos marítimos y casas de colores pastel, hay un municipio que ha hecho del pulpo su mejor carta de presentación y que conquista tanto por el estómago como por la mirada. Mugardos, en la provincia de A Coruña, reúne todos esos ingredientes que convierten una escapada sencilla en una experiencia completa.

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Historia, patrimonio y rincones para descubrir

“Ayuntamiento de Mugardos”. Fuente: Wikipedia

Galicia también es historia, y Mugardos guarda capítulos sorprendentes para quien se anima a explorar más allá del paseo. El recorrido por la villa permite descubrir mansiones indianas de finales del siglo XIX, como el chalé de Esperante, junto a edificios emblemáticos como el Casino Progreso o la iglesia parroquial de San Xulián. Cada rincón aporta una capa más al relato del pueblo, entre tradición marinera y huellas de prosperidad pasada.

Uno de los lugares más singulares se encuentra en la ensenada de Santa Lucía, donde el Centro de Interpretación de Caldoval conserva un yacimiento romano único en el noroeste peninsular. Esta antigua villa a mare, con su posible palestra y sus termas, permite asomarse a la vida cotidiana de hace casi dos mil años. Y para completar la visita, nada como acercarse al castillo de A Palma, en la entrada de la ría de Ferrol, una fortaleza defensiva del siglo XVI que también fue prisión militar y que añade un cierre histórico potente a una escapada por Galicia que lo tiene todo.

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