Saca la lengua frente al espejo y mira si se va hacia un lado: la prueba de 5 segundos que detecta un infarto cerebral

A veces los síntomas clásicos como la comisura del labio caída no aparecen de inmediato, pero el cuerpo tiene otras formas sutiles de gritar que algo va terriblemente mal en nuestro cerebro. Este sencillo movimiento frente al espejo revela daños neurológicos al instante y marca la diferencia entre un susto mayúsculo y una tragedia irreversible.

Te levantas un martes cualquiera con esa sensación extraña de neblina mental que no se quita con el café, y aunque te ves bien, sospechas que un infarto cerebral podría estar acechando en la sombra. Pese a que solemos buscar señales dramáticas como la parálisis de un brazo, lo cierto es que nuestro cuerpo emite alertas mucho más discretas antes del colapso total. No hace falta ser un neurólogo experto para realizar un chequeo de emergencia en el cuarto de baño; basta con prestar atención a los detalles que solemos ignorar por las prisas de la rutina matutina, porque ahí es donde la salud nos la juega.

Existe una prueba que los médicos de la vieja escuela conocen bien y que tú puedes hacer en menos de lo que tardas en lavarte los dientes: sacar la lengua. Aunque parezca un juego de niños, la realidad es que este gesto involucra al nervio hipogloso de una manera que pocas otras acciones logran. Si al proyectarla hacia fuera notas una anomalía en su trayectoria, podrías estar ante la evidencia física de que el flujo sanguíneo en tu cabeza se ha interrumpido, y créeme, en ese escenario el cronómetro empieza a correr en tu contra.

Infarto cerebral: ¿Por qué la lengua es el chivato del cerebro?

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La lengua no es solo un trozo de carne para saborear la comida, sino una obra maestra de la ingeniería biológica conectada directamente al tronco del encéfalo mediante el duodécimo par craneal. Resulta fascinante comprobar que este músculo actúa como un espejo fiel de lo que ocurre en las profundidades de nuestra materia gris. Cuando sufrimos un accidente cerebrovascular, las órdenes que el cerebro envía para mantener la lengua recta y centrada se pierden por el camino, provocando que los músculos de un lado fallen estrepitosamente mientras los del otro siguen empujando.

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Esta desconexión neuromuscular es lo que provoca que la lengua se tuerza, apuntando muchas veces hacia el lado donde se ha producido la lesión cerebral, como si quisiera señalarnos dónde está el problema. Ten muy claro que una lengua sana debe salir recta y firme, sin titubeos ni desviaciones extrañas hacia las mejillas. Si notas que al sacarla se va de paseo hacia la izquierda o la derecha sin que tú se lo hayas ordenado, no es que hayas dormido mal ni que tengas falta de vitaminas; es tu sistema nervioso central pidiendo auxilio a gritos.

Cómo realizar la prueba del espejo correctamente

Para que este autodiagnóstico casero sea efectivo, necesitas estar relajado y situarte frente a un espejo con buena iluminación, olvidándote por un momento de la ansiedad que genera la palabra infarto cerebral. Lo fundamental aquí es que el movimiento sea natural y fluido, sin forzar la mandíbula ni hacer muecas extrañas que puedan alterar el resultado. Simplemente abre la boca y saca la lengua todo lo que puedas, intentando que la punta toque un punto imaginario en el centro de tu barbilla o nariz, y mantén la posición durante cinco segundos.

Durante esos breves instantes, observa fijamente si la punta se mantiene en el eje central de tu rostro o si, por el contrario, tiende a curvarse visiblemente hacia uno de los lados. Ojo, porque a veces la desviación es sutil pero constante, y no debemos confundirla con un simple tic nervioso o una asimetría de nacimiento que ya conocíamos. Si ves que la lengua se «cae» hacia un lado y te resulta imposible corregir su trayectoria voluntariamente, deja de mirarte, suelta el cepillo de dientes y asume que la situación requiere intervención profesional inmediata.

El infarto cerebral y la confusión con otros síntomas

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Muchas personas cometen el error garrafal de esperar a que se les duerma el brazo o a no poder hablar para considerar que están sufriendo un ictus, perdiendo un tiempo precioso con síntomas menos «famosos». Hay que entender que el cerebro es una máquina compleja y el daño puede manifestarse de formas aisladas, como esta desviación lingual, sin que aparezca el clásico dolor de cabeza atronador. Un infarto cerebral puede ser silencioso en sus formas, pero devastador en sus consecuencias si decidimos ignorar estas pequeñas señales que se salen de la norma.

Tampoco entres en pánico si tu lengua está un poco torcida porque tienes una llaga o porque anatómicamente siempre ha sido así, que nos conocemos y enseguida nos volvemos hipocondríacos con Google. La clave para discernir la gravedad es que se trata de un cambio súbito y agudo que no estaba ahí ayer por la noche cuando te lavaste los dientes. Si esta desviación viene acompañada de una ligera dificultad para tragar o una sensación de hormigueo en la cara, aunque sea leve, la probabilidad de que estés sufriendo un evento isquémico se dispara exponencialmente.

Actuar rápido: la diferencia entre susto y secuela

Si el espejo te devuelve esa imagen de la lengua desviada, olvídate de llamar a tu cuñado médico, de tomarte una aspirina o de acostarte un rato a ver si se te pasa el mareo. Lo único cierto es que el tiempo es cerebro y vida, y cada minuto que pasas dudando frente al lavabo son millones de neuronas que se mueren para no volver jamás. Ante la más mínima sospecha de un infarto cerebral, el protocolo es llamar al 112 o acudir al hospital más cercano sin pasar por la casilla de salida, porque los tratamientos trombolíticos solo funcionan en una ventana de tiempo muy corta.

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No tengas vergüenza de equivocarte ni miedo a ser el exagerado de la familia, porque en estos casos es preferible que los médicos te manden a casa con una palmadita en la espalda a que te quedes en el sofá esperando un milagro. Recuerda siempre que la mejor herramienta diagnóstica es tu intuición sumada a la observación rápida de estos signos motores que no mienten.

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