Jesuitas y ‘podemitas’, los que le dicen al Papa Francisco que «no hay paz»en España

“Visitaré España cuando haya paz”. Jorge Bergoglio, el Papa Francisco para el siglo, tiene una opinión política formada sobre España. Formada, pero según parece, no bien informada. El Papa no ha visitado España en sus años de pontificado y no lo hará, según manifestó a Jordi Évole en su entrevista de hace unas semanas, hasta que no considere que nuestro país está pacificado. Pero, ¿quién le ha contado al Papa de Roma que hay una guerra en España?

Aunque la curia y el aparato estatal vaticano tienen infinidad de resortes y consejos, el círculo de amistades del Papa parece ser el que crea verdadera opinión en el Sumo Pontífice, opiniones como las que reflejó en la entrevista de Évole. En lo referente a España, hay dos jesuitas clave y algún amigo argentino vinculado a Podemos, cuyas opiniones han derivado no sólo en pensar que en España “no hay paz”, sino en el nombramiento de un polémico obispo de Tarragona, Joan Planellas, de corte independentista.

Oficialmente el Papa tiene varias fuentes por la que se puede informar sobre la situación real de nuestro país. Desde luego, su nuncio en Madrid, monseñor Renzo Fratini. Se trata de un veterano diplomático vaticano curtido en muchas batallas, pero sobre todo especializado en Asia. Madrid parece el destino de término de su carrera.

El servicio exterior de la Santa Sede está gobernado por su secretario de Estado (equivalente a ministro de Exteriores), Pitro Parolin. Se trata de uno de esos veteranos miembros de la curia vaticana italiano de nacimiento, curiosamente también especializado en Asia, que es quizás el verdadero reto de la Iglesia católica en este siglo.

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Sin embargo, para comprender la personalidad y pautas de actuación de Bergoglio, todas las fuentes apuntan a su formación –y vocación– de jesuita. De entre ellos, destaca por su cercanía un jesuita, el cardenal Luis Francisco Ladaria, mallorquín nacido en Manacor, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe. Él junto al rector del seminario de los jesuitas, Germán Arana, son los españoles más cercanos a Bergoglio. Fuentes conocedoras del funcionamiento del vaticano explican que, si bien los tres cardenales españoles tienen buena relación personal con el Papa, es el titular de Barcelona, Juan José Omella, quien tiene más llegada al Sumo Pontífice.

Precisamente es Omella, aragonés de Teruel, quien tiene plaza en la Congregación para los Obispos, que son quienes elaboran las listas de candidatos a dirigir las diócesis. De esa lista salió monseñor Joan Planellas Barnosell, con un brillante currículo académico, forjado en los pueblos de la Cataluña profunda, en Girona. En uno de ellos es donde tuvo el cacareado incidente con Albert Boadella a cuenta de la estelada y la bandera de España. El Papa Francisco recibe todos los sábados al prefecto de esta poderosa congregación con los listados de candidatos a obispos.

Así las cosas, dos de los tres consejeros españoles más cercanos a Bergoglio están relacionados o inmersos en la complejidad de la iglesia catalano-parlante, que se ha situado sistemáticamente a favor del procés.

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El “cuando haya paz” de Évole no es la primera insinuación que deja clara que el Papa piensa que en España se vive una confrontación violenta. En un vuelo papal este mismo año, a la sempiterna pregunta de cuándo viajará a España –quizás el segundo país católico más importante de Europa–, respondió “cuando se pongan de acuerdo”.

LOS AMIGOS ARGENTINOS

Jorge Bergoglio está considerado en Argentina una persona cercana al peronismo, cuya heredera actual es Cristina Fernández de Kitchner. En los primeros compases de su pontificado, la influencia de lo que se conoció como “sus amigos argentinos” fue bastante grande, según acreditan quienes vivieron esos meses de emoción en el Vaticano. Al parecer, la influencia ha menguado, pero sobre todo se ha seleccionado más el grupo de los que son “amigos” del Papa.

Por ejemplo, Cristina Kitchner ha dejado de visitar el Vaticano tras perder su cargo de presidenta de la República Argentina. Sin embargo, dos de los paladines que la acompañaron en esos primeros viajes parecen tener acceso aún al entorno del Papa. Se trata del diplomático Eduardo Valdés y del sindicalista Juan Grabois.

Grabois, líder de de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y del Movimiento de Trabajadores Excluidos, se vio premiado por Jorge Bergoglio con un cargo, un puesto de consultor en el Pontificio Consejo de la Justicia. De este consejo emana la posición de El Vaticano en cumbres mundiales relacionadas con asuntos sociales y, por ejemplo, medioambientales. Las políticas sociales son de critica importancia para este Papa. De hecho, al frente de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales ha puesto a un argentino.

Este líder sindical de extrema izquierda mantiene una fluida relación con los líderes de Podemos, particularmente con Pablo Iglesias. El secretario general de Podemos, junto a varios destacados dirigentes como Rafa Mayoral o Bustunduy, acudieron a Buenos Aires a celebrar uno de sus primigenios “círculos”. Allí estaba Grabois, como ponente y anfitrión. Desde entonces Iglesias y el líder sindical de extrema izquierda argentino se han lanzado diferentes guiños en las redes sociales.

Papa Pablo Iglesias
Tweet de Pablo Iglesias en apoyo al sindicalista argentino, Juan Grabois.
Papa Pablo Iglesias
Tweet de Juan Grabois recogiendo un encuentro con Iglesias y otros dirigentes de Podemos.

Quizás en esta clave haya que entender el revuelo que se montó cuando en 2015 saltó y se publicó el rumor de que el Papa iba a recibir a un líder de Podemos, en vísperas de las elecciones generales. Finalmente este encuentro no se celebró, pero sí acudió a Roma la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, entonces en sintonía con Podemos. Carmena acudió junto a alcaldes de grandes ciudades, pero no fue recibida entonces en privado por el Papa.

Sin embargo, este mismo año el Papa aumento su grado de complicidad hacia este tipo de posiciones políticas y sí recibió, en un encuentro privado, tanto a Carmena como a Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Fuentes conocedoras de estos entresijos aseguran que en esa reunión, entre otros asuntos, el Papa recibió el mensaje de Colau de que el Ayuntamiento de Barcelona no ponía trabas a la situación del buque Open Arms, entonces atracado en la ciudad cargado hasta los topes de refugiados. En la charla que mantuvo con Jordi Évole quedó claro que el Papa estaba al tanto de la situación del Open Arms, hasta un nivel de detalle sorprendente, teniendo en cuenta que se trata del Papa y las crisis migratorias son brutales en muchas zonas del mundo, en Italia sin ir más lejos.

La Iglesia católica española confía en el año 2021 para una visita papal. Coincide un año santo compostelano con otras efemérides, entre las que la más sensible para Francisco es la de la conmemoración de la ordenación de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. Por eso esperan una visita, al fin del Papa –que ha estado en países en conflicto social y casi violento de todo el Planeta, ejerciendo su apostolado–, digan lo que digan los hooligans del procés.