El método anticonceptivo que la Iglesia sí acepta

Todos hemos oído hablar de las reticencias de la Iglesia Católica hacia los anticonceptivos. Sin embargo, parece que sí existe un método anticonceptivo que es aceptado por los creyentes y que se escapa de los nuevos que conocemos en la actualidad. De hecho, podríamos decir que es uno de los más naturales que pueden existir.

Mucho se ha hablado sobre esta predisposición de los dirigentes eclesiásticos de entorpecer el papel de la ciencia en el tema. Los motivos por los que las personas deben protegerse durante el sexo van más allá de las creencias. Embarazos no deseados, abortos traumáticos, familias sin medios… Muchas pueden ser las consecuencias. No todas las personas están preparadas para ser padres y, con lo que conocemos hoy en día, el sexo ya no tiene un único fin reproductivo.

Con todo esto en la mano, parece que se ha decidido dar una oportunidad y dejar claro que no se está en contra de todo lo propuesto. Descubre el método anticonceptivo que la Iglesia sí acepta.

El método natural, el anticonceptivo al que la Iglesia dice sí

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Aunque se muestra contraria a los métodos anticonceptivos de los que disponemos hoy en día, sí que hay un tipo de anticonceptivo al que la Iglesia decide no hacerle un feo. Se trata del método natural, aquel en el que la conciencia de cada uno debe ponerse en marcha sin necesidad de apostar por ningún tipo de ayuda externa. Aunque si queremos seguirlo a rajatabla no llega a ser del todo fiable, es el elegido por los dirigentes de la organización. Además, debemos tener en cuenta que este método tampoco nos protege de otros males, como las enfermedades por transmisión sexual.

Conocemos como este tipo de anticonceptivos naturales a todos aquellos en los que no deben intervenir elementos o agentes externos a la persona que los utiliza. Por ejemplo, tener buena conciencia sobre la fertilidad de la mujer, siempre basándonos en el ciclo menstrual. Esto funciona cuando el ciclo es 100% regular, pues trata de conocer a la perfección los días fértiles y evitar en esos momentos mantener ningún tipo de relación sexual.

Usados bien, estos métodos naturales dejan una posibilidad abierta a quedarse embarazada. Es por eso que sí son aceptados por la Iglesia, ya que dejan a la voluntad de Dios el crear o no una nueva vida en el interior de la mujer. La enseñanza sobre el tema de la regulación natal que propone la organización es muy clara. Siempre han tratado, por todos los medios, de evitar la anticoncepción, hablando sobre los peligros ligados a ella. Sobre todo, siempre dirigiéndose a matrimonios y familias.

Método del calendario, en esto consiste

calendario feril iglesia

Para llevar a rajatabla el método natural anticonceptivo, la mujer debe ir apuntando sus ciclos de 6 meses a un año. Ahora tenemos facilidades gracias a la tecnología que facilitarán el proceso. Existe una buena cantidad de aplicaciones que podemos llevar en el móvil para controlar nuestros ciclos menstruales mes a mes. Si se prefiere hacerlo a mano, por supuesto, también es posible. Sin embargo, deberemos ser mucho más cuidadosos y estar atentos.

Tras ir apuntando nuestros diferentes ciclos durante el período de tiempo estipulado, debemos apuntar la duración del ciclo más corto que se haya tenido en un año. A este le restaremos 18 y el resultado será el día del ciclo en el que da comienzo nuestro período fértil. Este es el momento en el que la Iglesia recomienda no mantener relaciones. Al ciclo más largo del año hay que restarle 11, así sabremos el día en el que termina el período fértil. A partir de ese momento, podemos continuar con las relaciones sexuales en la pareja.

En el caso de que el ciclo más corto durara 27 días y el más largo 29, el resultado en el primer caso será 9 y en el segundo 18. Es decir, el período fértil irá desde el día 9 al 18 y en esos días debemos evitar las relaciones en el caso de que no estemos buscando un embarazo.

Observación del moco vaginal y medición de la temperatura basal

temperatura basal

Para más seguridad, debemos ir observando la variación del moco vaginal, pues este va cambiando según el momento del ciclo menstrual en el que se encuentre la mujer. Después de la menstruación es muy caso o incluso nulo. En la preovulación, sin embargo, comienza a volverse más pegajoso y adquiere un color blanco. Durante el tiempo de ovulación será transparente, aunque sí se mantiene pegajoso (se le conoce como clara de huevo). Tras la ovulación, volverá a ser muy escaso o prácticamente indetectable.

Cuando tengamos relaciones sexuales, el moco hay que observarlo cuando pasen al menos 24 horas. La razón es que tanto los lubricantes, como el semen e incluso el propio flujo vaginal podrían alterar su aspecto. En los días en los que se vea una ausencia de secreciones en el día de antes y el actual, podremos considerar que no estamos en el período fértil del ciclo menstrual.

Para seguir las recomendaciones de este anticonceptivo aceptado por la Iglesia, también podemos medir la temperatura basal. Durante la ovulación, esta temperatura puede aumentar de 0,2 a 0,5 grados Celsius. Por ello, mediremos la temperatura todas las mañanas, considerando como inicio del período fértil el primer día que caiga o se eleve la temperatura 3 días consecutivos. La abstinencia habría que mantenerla desde el primer día de menstruación hasta que pasen los 3 días de elevación de temperatura.

La abstinencia, el mejor anticonceptivo para la Iglesia

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En definitiva, a pesar de que este método anticonceptivo natural sí es aceptado por la Iglesia, lo que en realidad nos quieren transmitir es que, para evitar quedarse embarazada, lo mejor es apostar por la abstinencia.

De este modo, no podremos mantener relaciones sexuales durante todo el tiempo que dure el período fértil cada mes. En caso contrario, deberíamos ayudarnos de otros métodos externos como los preservativos o la píldora.

Cualquier método que se salga de la naturalidad no sería aceptable por la Iglesia Católica aunque, como es lógico, son mucho más fiables que el propuesto por la organización. La decisión está en cada persona, aunque debemos conocer muy bien nuestro cuerpo para dejar la decisión «en manos de Dios».