Pedro Sánchez podría eternizar la crisis de la izquierda madrileña

  • La izquierda madrileña arrastra una crisis que arrancó en 1987. Y no tiene visos de solventarse.
  • Uno de los problemas es la falta de continuidad de los candidatos del PSOE.
  • La repetición electoral que podría activar Pedro Sánchez puede pasar factura.
  • Pedro Sánchez estudia activar la repetición electoral a nivel estatal. El presidente del Gobierno en funciones no parece que tenga demasiadas ganas de encarar cuatro años en manos de Unidas Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya. Y la izquierda madrileña puede pagar parte de la factura…

    Y es que a nadie se le escapa que una nueva llamada a las urnas desviaría el tiro en Más Madrid, a pesar de que Íñigo Errejón asegura estar centrado en la capital. Y quizás facilitaría que Ángel Gabilondo deje su puesto como portavoz del PSOE en la Asamblea para integrarse detrás de Pedro Sánchez en las listas del Congreso de los Diputados.

    LA IZQUIERDA MADRILEÑA ACUMULA TREINTA Y DOS AÑOS EN CRISIS

    Pedro Sánchez puede eternizar una crisis en la izquierda madrileña que resulta ya endémica. En 1987, cuando el PSOE acababa de revalidar su mayoría absoluta en las generales de unos meses atrás, el centro-izquierda perdió su mayoría en el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad.

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    Cierto es que Juan Barranco y Joaquín Leguina salvaron sus puestos gracias a que el CDS todavía apostaba por la equidistancia entre socialistas y los fraguistas de Alianza Popular. Pero dos años después Barranco perdió su vara de mando, que pasó a manos del suarista Agustín Rodríguez Sahagún, que en 1991 pagó su ambición perdiendo hasta su puesto como concejal.

    Joaquín Leguina perdía por 136.000 votos contra Gallardón en 1991, pero mantuvo el trono en la Comunidad gracias al apoyo de Izquierda Unida. Aquel maquillaje se evaporó en el 95: el PSOE mandaba a los pies de los caballos en el Ayuntamiento a Juan Barranco, que ha reconocido que sabía que iba a perder (pero que no había en todo Ferraz un hombre que asegurase más concejalías). Y Gallardón superaba el 50% en la Comunidad y prejubilaba a Leguina.

    COMIENZA EL BAILE DE NOMBRES

    En 1999 Juan Barranco y Joaquín Leguina se marchaban a su casa tras 16 años liderando las listas socialistas madrileñas. Aquel año comenzó un baile de asientos que resultaría contraproducente: en 1999 Álvarez del Manzano superaba con comodidad en la capital al exeurodiputado Fernando Morán y Cristina Almeida, rebotada desde IU, se estrellaba al frente del PSOE contra Gallardón en la Comunidad.

    Cuatro años después hubo amago de remontada: Zapatero dejaba atrás al felipismo y el PSOE achicaba espacios con el PP gracias a las polémicas de Aznar (Irak, Yak-42 y Prestige). Rafael Simancas aprovechó el tirón y a punto estuvo de recuperar la Comunidad con el apoyo de IU.

    Aguirre
    Esperanza Aguirre ganó cinco elecciones entre 2003 y 2015.

    Pero la guerra interna de la Federación Socialista Madrileña estalló, el ‘tamayazo’ evitó el cambio y la repetición electoral benefició a Esperanza Aguirre, que había ocupado en la Asamblea que dejó Gallardón para ganar en la capital a Trinidad Jiménez.

    FICHAJES MEDIÁTICOS Y GOLPES BAJOS

    Zapatero impuso a Miguel Sebastián como cabeza de cartel en el Ayuntamiento. El economista golpeó bajo a Gallardón con infidelidades y corrupción, Montserrat Corulla, pero fue barrido mientras Aguirre se disparaba por encima del 53% en la Comunidad, gracias, en parte, a la ‘financiación extra’ de su campaña.

    Aguirre y Gallardón buscaban marcharse al Congreso para colocarse en puestos de salida ante la previsible caída de Mariano Rajoy, pero el gallego aguantó el empuje de sus rivales internos y el dúo popular tuvo que repetir en 2011.

    Gallardón arrasó entonces ante Jaime Lissavetzky, al fin un candidato del PSOE que no era un paracaidista, y Aguirre hizo lo propio contra Tomás Gómez, que tenía buen cartel por los extraordinarios números que le habían llevado a ser uno de los alcaldes más votados de España, en Parla.

    2015: EL AÑO DEL CAMBIO Y DEL GOLPE INTERNO DE PEDRO SÁNCHEZ

    Los aires regeneracionistas castigaron en 2015 a Esperanza Aguirre, que se estrenó como candidata en la capital con una amarga victoria por la mínima. Ahora Madrid, cosida por las fuerzas sociales e impulsada por Podemos, se llevó la vara de mando con Manuela Carmena a la cabeza.

    A su investidura contribuyó el PSOE, que logró un discreto resultado de la mano de Antonio Miguel Carmona, elevado a las alturas por su presencia en tertulias. Ese mismo año Ciudadanos impedía el cambio en la Asamblea y Cristina Cifuentes, ay, prometía limpiar el aire político de la capital.

    Pero 2019 ha sido el año del remate para la progresía: Manuela Carmena apostó por el personalismo, se olvidó de los apoyos que le dispensó Podemos, prefirió los mimos mediáticos transversales a los de Pablo Iglesias, amadrinó la Operación Chamartín, se dejó ver con ‘Los Javis’, lanzó guiños a la izquierda de Malasaña… y perdió un concejal respecto a cuatro años atrás.

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    Carmena le echó la culpa a Podemos, no realizó ningún tipo de autocrítica, se negó a hacer oposición y tras su renuncia ha fichado por el Grupo Prisa para dar clases de ética política. Mientras tanto, el PSOE se puso en manos de su penúltima ocurrencia, Pepu Hernández, amigo de Pedro Sánchez y exvotante de Rajoy. José Luis Martínez-Almeida salió ganando.

    Isabel Díaz Ayuso hizo lo propio en la Asamblea pese a su controvertida campaña gracias al apoyo de Ciudadanos y Vox, que posibilitaban 32 años de mayorías del centro-derecha en la Comunidad (que va camino de superar la hegemonía de los 34 años que dispuso el PSOE en Andalucía).

    A la investidura de la nueva presidenta madrileña también han contribuido el tortazo de PSOE, Más Madrid y sobre todo de Podemos. Ángel Gabilondo fue el único barón socialista que no aprovechó la ola de Pedro Sánchez e Íñigo Errejón triplicó a sus excompañeros tras abandonarlos. En definitiva, esta es la historia de una continua crisis que puede ser alargada por Pedro Sánchez.