Sánchez busca seducir al votante monárquico explotando su buena relación con Felipe VI

  • El presidente del Gobierno mantiene una gran relación personal con el Rey.
  • El PSOE quiere remarcar su carácter de centro y defender a Felipe VI.
  • Sánchez ha cedido ese espacio republicano a Podemos, que está a la baja en las encuestas.
  • A muchos republicanos les ha llamado la atención que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya cerrado filas para defender a la Casa Real en un periodo marcado por los negocios turbios de Juan Carlos I. Unidas Podemos ha visto la oportunidad y ha recuperado la idea de un referéndum para cuestionar a la monarquía, sin embargo, el PSOE ha optado por erigirse como el gran defensor de la institución. Forman coalición, sí, pero el núcleo duro de Ferraz tiene claro que cuentan con una baza a su favor: la buena relación personal que mantienen Felipe VI y el presidente del Gobierno; algo que quieren explotar para seducir al votante monárquico moderado.

    El líder socialista ha dado un volantazo al guion que debía seguir sobre el papel ideológico el PSOE. Ya habló hace años de que el PSOE tiene una tradición republicana que no era incompatible con la Casa Real. «Los republicanos nos sentimos muy bien representados en esta Monarquía parlamentaria», aseguró el presidente en 2016. Pero lo cierto es que Sánchez ha dado un paso más y pretende explotar su excelente relación personal con el Rey para buscar el visto bueno de la Casa Real a su candidatura.

    Evidentemente que el Rey no puede mostrar preferencias electorales, ni mucho menos comentarlo en público. Sin embargo, el hecho de que ante las cámaras muestren una gran complicidad y de que Sánchez no pierda oportunidad para defender a Felipe VI de aquellos que quieren acabar con la monarquía parlamentaria en España puede convertirse en una estrategia electoral útil que atraiga al PSOE a muchos votantes que aplauden las virtudes de que España aún mantenga viva la Casa Real.

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    La estrategia del PSOE es sencilla: pretenden aislar a Felipe VI de su padre. Quien está puesto en duda es Juan Carlos I después de que el fiscal suizo Yves Bertossa haya iniciado una investigación por el cobro de presuntas comisiones procedentes de Arabia Saudí. La idea es separar a Felipe VI de su padre y dejar claro que nada tienen que ver entre sí. Y si la fiscalía española se ve obligada a pedir la imputación del rey emérito, que sea algo que no salpique ni por casualidad al monarca.

    Por el momento ni Santiago Abascal ni Pablo Casado han conseguido erigirse como los grandes defensores de la monarquía. Ha sido Sánchez quien ha visto ese hueco y quien ha aprovechado para mostrarse como el gran amigo de Felipe VI. Y ante las cámaras el presidente busca explotar esa imagen de complicidad entre ambos.

    Las últimas encuestas no avalan el discurso de Podemos. En muchos casos la mayoría suele inclinarse por una monarquía, pero tampoco es arrolladora la cantidad de gente que quiere de forma activa que se instaure la tercera república en España. El gabinete demoscópico Sináptica realizó un sondeo sobre este asunto que aunque dio la razón a los postulados de Iglesias, las cifras no fueron tan claras: casi el 52% de los ciudadanos dijeron preferir que España sea una república.

    Podemos ha apostado por remarcar su carácter republicano incluso estando en el poder, pero Sánchez ha cedido ese espacio a su socio de Gobierno para lanzar una ambiciosa apuesta: la de robar votantes de centro moderado al PP, algo que parece estar consiguiendo si se tienen en cuenta las últimas encuestas de GAD3 y Sigma Dos, pues el PSOE seguiría ganando las elecciones a pesar de los pésimos resultados económicos y sociales arrojados por la pandemia.

    El presidente del Gobierno ha conseguido mantener al PSOE al frente de las encuestas y en un espacio de centro que capta desde votos de progresistas hasta de los más moderados. Casado está en ese mismo punto, pero no parece haber conseguido seducir ni a quienes se sitúan a la derecha de su espectro ideológico ni a los que están al centro del mismo. Sánchez sí, y ahora quiere elevar el pulso con una apuesta arriesgada que aleja al PSOE de su «tradición republicana».