Nadia Calviño se ve al frente del FMI si no falla su plan

Nadia Calviño quiere estar en el punto de mira. Busca ser el centro de atención. Anhela las miradas. Camina decididamente sobre una delicada cuerda de nombre Estados Unidos. Todo tiene un fin: resarcirse. Desquitarse de aquella vez que lo intentó, sin éxito, cuando aspiró a la presidencia del Banco de España. Sueña con ser dirigente del Fondo Monetario Internacional (FMI) a toda costa, dicen algunos. Mujer solvente y de principios.

Calviño forma parte de ese selecto grupo que Pedro Sánchez quiere proyectar hacia el exterior. Uno de sus miembros es Josep Borrel, que se ha hecho con la jefatura de la diplomacia europea. Ahora busca hacerlo con la actual ministra de Economía en funciones, cuya opción lleva fraguándose con esmero cerca de siete meses.

El terreno está allanado. Sánchez labra la tierra y Calviño siembra los frutos. Con la ayuda de uno y el don de gentes de la otra, todo apunta a que su elección como la próxima presidenta del Fondo Monetario Internacional resulta factible. Sin embargo, lo único cierto ahora mismo es que la victoria de Calviño es una cábala.

El G-7 avala la candidatura de la economista. Por el momento, tendrá que ‘pegarse’ con cuatro patriarcas algo estigmatizados: Jeroen Dijsselbloem, Olli Rehn y Mario Centeno. Todos hombres y con un perfil que siempre roza los extremos.

COMBATE CONTRA EL ‘PATRIARCADO’

El candidato holandés, Dijsselbloem, quedó marcado tras unas desafortunadas afirmaciones. Tiempo atrás el presidente del Eurogrupo entre 2013 y 2018 puso en duda la procedencia de la deuda. Insinuó, con sorna, que ésta procedía de dispendios de la Unión «en licor y mujeres«. Eso le acarreó la animadversión de los países del norte de Europa, si bien otros como Alemania siguen creyendo en su capacidad.

El pretendiente finlandés, Rehn, es un hueso duro de roer. Como sus políticas, basadas en la más firme ortodoxia y en la menor flexibilidad posible: el año 2010 es una evidente prueba de ello. Cuando el año 2000 cumplía diez, el excomisario aplicó una política económica basada en la austeridad. Eran tiempos arduos para países como Irlanda, Portugal, España, y Grecia víctimas que acusaron sobremanera su mano dura. Casi todos acabaron suplicando una clemencia que, a la postre, se convirtió en una imploración para que los rescatasen.

El tercero en discordia es Mário Centeno, ministro de Finanzas de Portugal. Sus compatriotas lo reconocen como un político humilde, honesto y que está al servicio del pueblo. No es para menos, pues consiguió que el país luso finalmente no recurriese al rescate europeo para salvar su economía. En cambio, no se le considera un perfil fuerte para dirigir el FMI.

NADIA CALVIÑO, A POR LA MACHADA

Nadia Calviño es la mejor colocada para dirigir el FMI. Al menos así lo corroboran algunos de los países europeos del G7. Francia ha colocado a Christine Lagarde en el BCE y Alemania se ha hecho con la Comisión Europea; además, Sánchez tiene bien cubiertas las espaldas apoyando a Emmanuel Macron, peso pesado que ha escogido al presidente del gobierno en funciones de España para construir una Europa exenta de populismos.

Sin embargo, es una posibilidad que puede tumbar perfectamente Estados Unidos. Más cuando Calviño tensa la cuerda en pro de que se haga justicia fiscal en España. Hablamos de la Tasa Google que la propia ministra de Pedro Sánchez quiere imponer en España. Esto no le ha sentado para nada bien a Donald Trump, quien ha comunicado a las embajadas de estos países que adviertan de las repercusiones que tendría su puesta en marcha. Su vigencia retribuiría 1.200 millones anuales, según diversas fuentes. Incluso, tampoco ha sentado bien en propio seno del PSOE, donde algunos ven que la ministra de Economía ha querido tener cierta proyección mediática con este asunto.

Sacar a relucir la Tasa Google a estas alturas de la película puede resultar peliagudo. Podría tomarse como una provocación por parte de Calviño o como un alarde de poderío. Sea como fuere, siendo EEUU uno de los Estados con mayor peso decisorio en esta parcela podría acarrearle consecuencias. Incluso apearla, ya que tiene derecho de veto por ser el mayor contribuyente al presupuesto del organismo.