Cada vez que un coche tiene que pasar la ITV, los talleres madrileños se frotan las manos. Tan solo en la Comunidad de Madrid facturan 242 millones de euros anuales por reparar los daños encontrados en los vehículos durante la inspección técnica. Este negocio redondo favorece a miles de autónomos y empresas que se lucran con la reparación de las averías encontradas en la inspección periódica. Y ahora se prevé que esa cifra aumentará, ya que la ITV ha endurecido sus criterios.
Estos datos provienen de un informe llamado “La postventa está en el centro” de Solera, une empresa especializada en inteligencia del automóvil, que se ha presentado con motivo del Congreso de Faconauto que se ha celebrado a principios de febrero en Madrid.
Según los datos ofrecidos en este informe, a nivel nacional la ITV supone para la posventa cerca 2.100 millones de euros al año. De ellos, más de cuatro de cada diez euros corresponden a Andalucía, Comunidad de Madrid y Cataluña, que son las comunidades con más ingresos. Sin embargo, estos datos no son del todo certeros, ya que hay muchos conductores que cruzan las fronteras autonómicas para buscar precios más baratos en la inspección técnica de su vehículo.
Luego está el potencial dinero que generaría la ITV si todos los conductores llevaran sus coches al taller. Hay muchos vehículos que no pasan la inspección, especialmente en zonas rurales o regiones poco pobladas. Si estas personas pasaran por el aro, esos 2.100 millones aumentarían en 500 millones más.
Este suculento pastel ha llevado a la patronal AECA-ITV a pedir al Gobierno que tome medidas para evitar lo que denominan «absentismo en la ITV. Entre las peticiones que le han hecho al presidente Pedro Sánchez. está la de prohibir renovar el seguro si no se ha pasado la inspección técnica.
Desde la óptica de los daños, esos 2.100 millones se desglosan en un 60% correspondiente a los graves y un 40% a los leves. Los primeros, que son los que impiden pasar la ITV, aparecen en dos de cada diez vehículos que acuden a la inspección en España. Sobre las razones por las que se rechazan los coches, la principal es porque son demasiado viejos.
Según el responsable de postventa de Solera, José Luis Gata, “la ITV vela por la ‘salud vial’ y los conductores deben verla como una continuidad de la garantía del fabricante. Pero es además un importante sustento para los talleres, que ven amenazada su rentabilidad por el envejecimiento del parque y de la población, con más coches, pero menos conductores, a lo que hay que añadir nuevas fórmulas de movilidad más accesibles, como bicicletas, patinetes o el carsharing”.
Sin embargo, es predecible que este no sea un sentimiento compartido por muchos ciudadanos, especialmente tras el endurecimiento de los requisitos para pasar la ITV, pues muchos coches (especialmente los más antiguos) se quedan fuera por temas relacionados con las emisiones. Algo que afecta en muchos casos a los menos pudientes, ciudadanos con dificultades para renovar su parque móvil.
De hecho, aún quedan cosas por cambiar. A partir del 20 de mayo de 2020, las ITV endurecerán sus pruebas en los sistemas de seguridad, algo que pueden complicar más las cosas. El objetivo de la inspección técnica es el de acabar con la manipulación de los sistemas anticontaminación y elementos de seguridad. Por lo que los talleres pueden volver a frotarse las manos a finales de primavera.
Con estas nuevas medidas, vendrán modificaciones exigidas desde arriba. La Unión Europea (UE) exigirá a los fabricantes de coches a facilitar información a las ITV sobre airbags, pretensores o controles de estabilidad, algo con lo que esperan mejorar la comunicación y la eficiencia en seguridad. Queda por comprobar cómo se verá esto en la factura del taller.