La policía no está para muchas bromas. Son muchos los españoles que tiran de poca vergüenza para saltarse el estado de alarma y dar un paseo por las calles. En este caso, la policía interceptó a un joven que estaba caminando por su barrio; y ante la actitud chulesca del detenido, los agentes se desesperaron, o al menos uno de ellos, que le dio un tortazo que ha dado la vuelta a las redes sociales. Este guantazo se ha convertido en un símbolo para muchos. Algunos lo usan para advertir a la gente que se salta el confinamiento de que hay consecuencias. Y otros, como el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, para criticar los «abusos» policiales, en una velada referencia al 1-O, cuando algunos agentes apalearon a los catalanes que fueron a votar en el referéndum ilegal.

Ojalá salir de esta señalando socialmente así a quienes han recortado durante años en sanidad o a quienes aún a día de hoy permiten un vagón de metro atestado de gente obligada a ir a trabajar, y no a un chaval irresponsable frente un abuso policial como este. Ojalá», ha comentado Rufián. Cualquier excusa es buena para recordar las demandas o las quejas de los independentistas, aunque sean de forma velada.

Las respuestas son de todos los cortes ideológicos. Algunos defienden al agente, que mucho tiene que aguantar en estos tiempos tan convulsos. Otros apuestan porque el policía se ha pasado y ha abusado de un joven que ni siquiera le amenazó verbalmente. Pero todos han comentado este vídeo tan polémico que se suma a los muchos que corren por las redes sociales.

Otro elemento curioso son los vecinos, quienes aplauden la actuación del agente. Son muchos los españoles que están confinados en sus casas y que ven a algunos «listos» que se la saltan para ir a correr, a montar en bici o para simplemente dar un paseo. El caso de este joven no pasó desapercibido para le bloque que tenía en frente, que empezaron a aplaudir la actuación del agente, incluso después de que le diera el famoso tortazo.

Ya se han visto vídeos de otras detenciones, algunas de ellas muy curiosas. En uno de esos casos, los agentes tuvieron que reducir a una joven que estaba corriendo por las calles. Cuando la mujer se resistió a ser detenida, los policías la redujeron, la tumbaron en el suelo y la pusieron las esposas para llevarla a la comisaría. Mientras la detenían, la joven gritaba a los cuatro vientos. «¡Socorro!», repetía. Pero los vecinos no hacían más que criticarla una y otra vez por haberse saltado el estado de alarma.