jueves, 12 diciembre 2024

Identifican tres etapas del daño cerebral en pacientes COVID-19

La revista ‘Journal of Alzheimer’s Disease’ ha publicado una revisión exhaustiva del efecto de COVID-19 en el sistema nervioso que clasifica el daño cerebral causado por el coronavirus en tres etapas. Uno de los autores, Majid Fotuhi, director médico del Centro de Aptitud Cerebral NeuroGrow (Estados Unidos), alienta la adopción de esta clasificación de tres etapas, pide más investigación sobre los efectos a largo plazo de COVID en el cerebro y destaca la necesidad de que los pacientes reciban una resonancia magnética del cerebro antes de salir del hospital.

«Estamos aprendiendo que un número significativo de pacientes hospitalizados de COVID-19 tienen varios grados de deterioro cerebral. Como comunidad médica, necesitamos monitorear a estos pacientes a lo largo del tiempo ya que algunos de ellos pueden desarrollar declive cognitivo, déficit de atención, niebla cerebral o enfermedad de Alzheimer en el futuro. Hay mucho que podemos hacer para promover la curación del cerebro en los pacientes de COVID-19, pero primero debemos entender la naturaleza y la gravedad de sus déficits neurológicos. A nivel de los pacientes, es imperativo que se les haga una resonancia magnética de referencia antes de salir del hospital para que tengamos un punto de partida para evaluarlos y tratarlos», explica Fotuhi.

Los investigadores advierten sobre los problemas neurológicos de los pacientes que sufren de COVID-19, entre los que se incluyen los accidentes cerebrovasculares, las convulsiones, la confusión, los mareos, la parálisis y/o el coma. Ya hay dos docenas de informes de casos que revelan el impacto de COVID-19 en los cerebros de los pacientes.

De hecho, un estudio de Wuhan (China) mostró que el 45 por ciento de los pacientes con enfermedades graves de COVID-19 experimentan marcadas deficiencias neurológicas. Otro estudio de Francia mostró que el 84 por ciento de los pacientes de la UCI con COVID-19 tienen anormalidades positivas en su examen neurológico, y que el 15 por ciento de los pacientes que salen de la UCI tienen una «función dislexiva» residual, que implica una atención deficiente y dificultad para tomar decisiones y controlar el comportamiento.

El documento propone la adopción de un esquema de clasificación de tres etapas para proporcionar una base a partir de la cual se puedan construir futuras hipótesis e investigaciones sobre el SARS-Cov2 y el sistema nervioso. En la primera etapa, el daño del virus se limita a las células epiteliales de la nariz y la boca y los principales síntomas incluyen la pérdida transitoria del olfato y el gusto.

En la segunda, el virus desencadena un flujo de inflamación, llamado tormenta de citoquinas, que comienza en los pulmones y viaja por los vasos sanguíneos a través de todos los órganos del cuerpo. Esta tormenta de citoquinas lleva a la formación de coágulos de sangre que causan pequeños o grandes derrames en el cerebro.

Mientras que, en la última, un nivel explosivo de tormenta de citoquinas daña la barrera hematoencefálica, la capa aislante protectora de los vasos sanguíneos del cerebro. Como resultado, el contenido de la sangre, los marcadores inflamatorios y las partículas de virus invaden el cerebro y los pacientes desarrollan convulsiones, confusión, coma o encefalopatía.

Fotuhi señala que muchos pacientes con COVID-19 pueden no tener síntomas neurológicos perceptibles al principio; pero en algunos casos, los pacientes pueden presentar síntomas neurológicos incluso antes de tener fiebre, tos o dificultad para respirar. Además de someterse a una resonancia magnética mientras están en el hospital, subraya que los pacientes necesitarán ser controlados en unos pocos meses después de su hospitalización.

«Nuestra experiencia con formas anteriores de coronavirus sugiere que a largo plazo los pacientes pueden desarrollar depresión, insomnio, enfermedad de Parkinson, pérdida de memoria o envejecimiento acelerado en el cerebro. Para aquellos que se recuperan de COVID-19, recomiendo ejercicio regular, comer una dieta saludable para el corazón, reducir el estrés y mejorar el sueño; estas son formas críticas en las que los pacientes pueden rejuvenecer su cerebro y minimizar el tener malos resultados en el futuro», apostilla Fotuhi.