Manos Unidas ha destinado desde el pasado mes de marzo más de 4,3 millones de euros a paliar las consecuencias de la pandemia por el coronavirus Covid-19 entre las poblaciones más vulnerables de Asia, África y América Latina.
En concreto, la ONG ha apoyado 94 proyectos de emergencia –a los que ha destinado un presupuesto de 2,5 millones de euros– y ha reformulado 177 proyectos de desarrollo, que tenía previamente en marcha, para incluir acciones relacionadas con la pandemia, por un importe de 1,9 millones de euros.
En América, Manos Unidas ha aprobado 32 proyectos de emergencia por un importe de 1,1 millones de euros; en Asia, 29 proyectos, por valor de 410.123 euros; y en África, ha destinado ya 925.398 euros a través de 33 proyectos de emergencia.
«No podemos esperar a que la situación sea irreversible y tengamos que asistir, de nuevo, al terrible drama del hambre extrema entre quienes ya están teniendo problemas para alimentarse todos los días», ha alertado la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo.
Los proyectos que apoya la ONG de la Iglesia católica están permitiendo dar respuesta a peticiones sanitarias, preventivas y alimentarias provocadas por las situaciones de hambre generadas por el confinamiento y atender a los sectores de población más desfavorecidos: migrantes (refugiados y desplazados), poblaciones indígenas, trabajadores informales, mujeres, niños y ancianos.
Para el coordinador de Proyectos de Manos Unidas en América Latina, Juan de Amunátegui, «la crisis del coronavirus ha exacerbado crisis ya existentes que hunden sus raíces en constantes violaciones de los derechos humanos que se justifican en aras de intereses económicos y políticos más que discutibles».
Pese a que los niveles de contagio en Brasil, Perú y Ecuador son en estos días «realmente preocupantes», Amunátegui destaca que es «especialmente alarmante» la situación de la Amazonía donde las comunidades indígenas se encuentran «abandonadas por la mayoría de los gobiernos, más preocupados en favorecer los intereses económicos que en proteger los derechos de dichas comunidades o el medioambiente».
Mientras, en Asia, en casi todos los países donde trabaja Manos Unidas se tomaron medidas drásticas de confinamiento al poco de declararse la pandemia y eso, según precisa la ONG, ha protegido a sus habitantes desde el punto de vista sanitario, pero no económico.
«En países como India, donde en torno a un 35% de la población trabaja en la economía informal y tiene que salir a diario a ganarse el sustento, la situación humanitaria y social de los más vulnerables es trágica», ha asegurado el coordinador de Proyectos de Asia, Ramón Álvarez.
Por ejemplo, cuenta que en Bombay, con una población de 21 millones de personas donde es imposible mantener la distancia social y la infraestructura médica es muy pobre, casi no se están haciendo test. «Además, buena parte del personal sanitario está contagiado por lo que no asisten al trabajo», relata Álvarez.
Por otro lado, en África, aunque la propagación de la pandemia ha tenido un ritmo lento si se compara con lo ocurrido en Europa o América del Norte, «las cifras no cesan de aumentar con desigual incidencia en unos países y en otros», según apunta la organización.
«Estamos especialmente preocupados por el crecimiento alarmante de casos en algunos países en los que trabajamos como Marruecos, Mauritania, Egipto, Camerún, Nigeria o Sudán», ha afirmado la coordinadora de Proyectos de África, Mabel Ibáñez, al tiempo que añade que «los datos de los que se dispone no se corresponden» con una realidad que adivinan «infinitamente peor».