La pandemia del coronavirus se ha convertido en una grave amenaza para los más de 476 millones de personas pertenecientes a pueblos indígenas en el mundo, desde los que habitan el Ártico hasta los que viven junto al Amazonas, y que constituyen el 6,2% de la población mundial.
Diferentes organizaciones, con motivo del Día Mundial de los Pueblos Indígenas que se celebra este 9 de agosto, han lanzado la voz de alarma ante la dejadez general por parte de sus gobiernos ante una pandemia que ha llegado a sus territorios sin que estuvieran preparados para defenderse y sin recibir el apoyo oficial que sería necesario.
La coordinadora de América Latina y Caribe de Cáritas Española, Ana Cristina García Morales, ha denunciado que «las desigualdades y la discriminación a todos los niveles, desde las relaciones sociales cotidianas hasta lo más estructural, apoyado en políticas de Estado, han creado el escenario perfecto para que los pueblos indígenas se encuentren en uno de los momentos más extremos, vulnerables y peligrosos de la historia para su supervivencia y para la supervivencia del planeta».
Cáritas ha denunciado la falta de coordinación con las plataformas indígenas para consensuar las medidas de protección y confinamiento, el avance sin freno de las industrias extractivas y agroindustria, la militarización y control del territorio.
Asimismo, ha recordado que que las comunidades amazónicas apelan a las responsabilidades de los Estados de los «países desarrollados» a la hora de apoyar estrategias de incidencia política que permitan poner fin a la vulneración de derechos humanos.
Para Ana Cristina García «los pueblos indígenas piden una mirada global y de largo aliento, ya que el problema no solo está en su selva, sino también en esta otra selva, como ellos llaman a los países desarrollados». «El modelo de desarrollo ya no aguanta; los pueblos indígenas, de seguir así, ya no aguantan; el planeta no aguanta. El momento del cambio es ahora. Y urge tomar medidas tanto individuales como colectivas ya», ha añadido.
Por su parte, el equipo de Alianza por la Solidaridad-Action Aid lleva semanas trabajando con sus equipos sobre el terreno en diferentes países, como es el caso de Colombia o Bolivia y a denunciado que no se está incluyendo a sus representantes, lideres y autoridades tradicionales en la toma de decisiones ni se respeta el derecho al consentimiento libre, previo e informado de sus pueblos en la prevención, el desarrollo, la aplicación y la vigilancia de las acciones para hacer frente al COVID-19.
Es más, Alianza por la Solidaridad ha denunciado que no se están realizando los esfuerzos que serían imprescindibles para mejorar la información que les llega sobre la pandemia, teniendo en cuenta sus idiomas ancestrales, ni se mejora su acceso a recursos básicos fundamentales frente a esta infección que ya ha llegado a sus territorios.
Así, en Colombia, datos oficiales indican que ya hay 114 fallecidos por coronavirus en pueblos indígenas, lo que es más de un tercio del total en el país. De ellos, el 65,7% son ancianos. Se estima que en ese país hay más de 4.000 contagiados en comunidades indígenas, de los que más de 2.500 están en la Amazonía, y su cifra se prevé que siga creciendo en las próximas semanas.
En el caso de Bolivia, la situación actual es calificada como «etnocidio» por instituciones como el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), quien denuncia que los pueblos indígenas de los departamentos Santa Cruz, Beni, Cochabamba y Chuquisaca son muy vulnerables a la enfermedad.
Para Alianza por la Solidaridad es fundamental que la respuesta ante esta emergencia sea adecuada culturalmente a los indígenas, teniendo en cuenta su sabiduría ancestral en cuestiones tales como la ordenación de las cuencas hidrográficas, sus prácticas de aislamiento o adaptando las medidas preventivas sanitarias a sus prácticas.
La ONG, además, hace un llamamiento para que se ponga fin a la persecución de líderes indígenas, que no ha cesado durante la actual pandemia.
Por su parte, desde Manos Unidas, subrayan que esta es una jornada con doble vertiente: de reconocimiento a la riqueza y variedad de las culturas indígenas y su contribución a la historia de la humanidad y de reivindicación y toma de conciencia acerca de los múltiples problemas a los que se enfrentan en la actualidad los pueblos indígenas que habitan el planeta: vulneración de derechos humanos, medio ambiente, acaparamiento de tierras, desarrollo sostenible, acceso a la sanidad y a la educación y un largo etcétera de problemáticas que afectan a millones de personas ancestralmente marginadas y excluidas.
Manos Unidas hace alusión a diversas fuentes para las cuales, nacer indígena supone tener tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza extrema «y, eso, a pesar de los avances y de las muchas mejoras obtenidas en los últimos años en cuanto al acceso a muchos servicios básicos (sanidad, agua y saneamiento) y de educación, especialmente la primaria», como asegura el coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas, Fidele Podga.
«Además, en muchas regiones, especialmente en América Latina, se han aprobado marcos jurídicos para reconocer y proteger los derechos de los pueblos indígenas, ha habido una mayor inclusión de la población indígena en la toma de decisiones políticas y planificación del desarrollo», añade Pogda.
Sin embargo, a pesar de estos numerosos avances, los pueblos indígenas siguen afrontando grandes desafíos porque no es fácil revertir una situación ancestral de injusticia y vulneraciones. «Lo estamos viendo ahora con la situación de pandemia mundial. Nuestros socios locales, principalmente en América Latina, denuncian que las comunidades indígenas con las que trabajan están experimentando graves deficiencias en cuanto a atención sanitaria, además de las consabidas carencias en cuanto a servicios de saneamiento y de higiene, esenciales para prevenir el contagio de la enfermedad», explica el coordinador de Estudios de la ONG.
Ruth Chaparro, Subdirectora de FUCAI, socio local de Manos Unidas en Colombia, que lleva años trabajando con las comunidades indígenas del país suramericano, asegura que el coronavirus ha acrecentado la vulnerabilidad de estas poblaciones y su exposición a otras enfermedades.
«Ya en otras épocas ha habido epidemias como gripes y viruelas que han acabado con pueblos enteros. Estamos muy preocupados por las condiciones de salud, la desnutrición y la falta de atención sanitaria pronta, oportuna y pertinente, que en muchas zonas de nuestro país (Colombia) siguen siendo inexistentes o insuficientes, así como la ausencia de controles adecuados para proteger a estas comunidades indígenas. Para el gobierno estos pueblos no son una prioridad», asegura Chaparro.
En este sentido, Manos Unidas ha hecho del apoyo a las comunidades indígenas uno de sus principales objetivos en esta pandemia. Junto a sus socios locales trabaja para evitar el acceso a los territorios indígenas por parte de personas ajenas a las comunidades, al tiempo que se recomienda que estas comunidades obtengan su alimento de sus propios territorios, minimizando en lo posible los que provengan de las ciudades.
Además, la ONG de la Iglesia católica apoya la realización y traducción a lenguas indígenas de materiales de prevención y sensibilización, tanto impresos como para ser emitidos por radio, con el fin de difundir entre la población las medidas básicas de higiene y cuidado frente a la enfermedad así como la elaboración de mensajes para ser compartidos por WhatsApp e internet.
Desde el inicio de la pandemia de coronavirus, Manos Unidas ha aprobado 13 acciones de emergencia, por importe de 300.000 euros, destinadas, específicamente, a apoyar a la población indígena de América, Asia y Africa.