El acusado de degollar a su mujer en A Coruña en 2018, R.S.G., ha mantenido en la segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial que hizo «lo que ella quería que hiciera». «Ella quería dejar de vivir sí o sí. Yo no quería que muriera», ha defendido a preguntas de su abogado y de la fiscal, a los que ha sostenido que la víctima «me puso entre la espada y la pared».
«No me arrepiento de haber hecho lo que ella quería. Yo sé que es lo que ella quería», ha insistido el procesado, para el que la fiscal solicita 25 años de cárcel y la acusación particular y la de la Xunta, prisión permanente revisable. Por su parte, la defensa alega que los hechos constituyen un suicidio asistido, por lo que pide una pena de entre seis y diez años.
«Si no le ayudaba yo, iba a hacer una burrada», ha añadido el hombre, que asumió que le dijo que se suicidaría con ella «para ver si se lo quitaba de la cabeza». «Habíamos quedado en que ella quería que le ayudara a que le cortara el cuello», ha apuntado, aunque negó haber visto qué medicación tomó el día de los hechos. «No estaba sedada», ha apostillado.
Durante el interrogatorio de la fiscal, ha afirmado que ella misma puso el plástico del tendal sobre la cama del domicilio de ambos donde apareció muerta y que le dijo: «Yo me quiero ir ya». Según R.S.G., ella no estaba dormida, como sostiene el Ministerio Fiscal, y, al contrario, estaba «serena». «Ayúdame de una vez, cariño», ha rememorado, para añadir que ella misma tenía sus manos sobre las de él, que portaban el cuchillo que le cortó la yugular.
A preguntas de su defensa, el hombre rompió a llorar cuando recordó cómo sucedieron los hechos y cómo ella «me dijo que me quería». Cuando ella murió, ha afirmado, estuvo «llorando y maldiciendo» por la casa, antes de salir. «La amaba con locura, era mi vida», ha dicho entre sollozos.
El procesado ha negado que limpiara la habitación, que recolocara a la mujer sobre la cama o que se cambiara de ropa, tal como sostiene la fiscal. Después de que muriera, solo recuerda, ha aseverado, que salió «hacia María Pita» y que «tomé cerveza». El procesado se negó a contestar a las preguntas de la acusación particular ni al letrado de la Xunta.
INTENTO DE SUICIDIO
Ella le había dicho, sostuvo el acusado, que tenía cáncer, aunque admitió que no la acompañó nunca al médico o vio ningún informe. «Me fiaba de ella», ha manifestado. En abril de 2018, meses antes de los hechos, él dejó de trabajar para cuidar de ella, ha explicado, aunque reconoció que la víctima, en casa, hacía «prácticamente todo».
Según su declaración, la mujer había intentado suicidarse hasta en tres ocasiones. La última vez, el día 11 de julio, una semana antes de su muerte. El hombre ha reconocido que los médicos del hospital de Oza le dijeron que su mujer tenía una «grave depresión» y que le aconsejaron que quedara ingresada. «Si ella no quiere, no va a haber manera», ha alegado él para que la víctima volviera a casa y recordó que se comprometió a que tomara la medicación y a vigilarla.
El procesado ha calificado la relación con su mujer de «maravillosa» y afirmó que también era buena con las familias de ambos. En cambio, el hijo de la víctima, que es testigo en el juicio, denunció ante los medios de comunicación que el hombre «hundió a mi madre y a mi familia». «Tiene mal beber y es infiel, un maltratador y un asesino», ha proclamado.
Según él, el acusado maltrató psicológicamente a su madre «toda la vida» y afirma que se inventó que ambos tenían una enfermedad terminal y así se lo dijo siete meses antes de la muerte de su madre. «Nadie en su sano juicio le corta el cuello a una persona», ha reprochado el hijo de la víctima, que ha añadido que desde que la mujer lo conoció «fue cuesta abajo».