El marqués de Cubas, Fernando Falcó, ha fallecido a los 81 años de edad tan solo siete meses después de que muriera su hermano Carlos, el marqués de Griñón. Tras unos días ingresado en un hospital de Madrid, Falcó ha fallecido dejando un gran legado a sus espaldas. El aristócrata llevaba unas semanas desaparecido, pues la última vez que se le pudo ver fue en el entierro del marido de su sobrina Xandra Falcó, llamado Jaime Carvajal. Con esta tragedia, la familia ha recibido el apoyo de todos y cada uno de lo que conocían a Fernando.
Este marqués nació en Sevilla hace 81 años, hijo de Manuel Falcó, duque de Montellano, e Hilda Fernández de Córdova y Mariátegui, marquesa de Mirabel. El marquesado de Cuba le vino por su parte materna, que ahora pasa a pertenecer a su único hijo, Álvaro Falcó, quien nació de un primer matrimonio que contrajo Fernando. Esta unión con Marta Chávarri fue retransmitida por todos los medios del corazón, así como su divorcio, el cual también tuvo gran repercusión mediática. Tras esta separación, Fernando se volvió a enamorar y se hizo pareja la empresaria y aristócrata Esther Koplowitz, de la que se separó en 2009.
Respecto a su vida laboral, Fernando era abogado, aunque en sus últimos años no ejerció como tal, pues se dedicaba a llevar una vida discreta. Una de sus pasiones, la gastronomía, se convirtió en el sino de su vida y era bastante común verle en restaurantes de lujo para disfrutar de una buena comida. Y de vez en cuando, al menos antes de la pandemia, se asomaba a ver los toros, otra de sus grandes pasiones.
Fernando era un personaje conocido entre la aristocracia española. Tanto, que incluso era amigo del rey emérito Juan Carlos I, pues estudió con él en Las Jarillas. Durante casi toda su vida Fernando quiso dedicarse a la gestión en su finca de Extremadura (adquirida en 1990) llamada Valero. Este terreno era un coto de caza y en él se encuentra una de las mejores reservas de caza de ciervo y no es de extrañar que el emérito visitara más de una vez esta finca de 5.000 hectáreas.
A la caza hay que añadirle otra pasión: el mundo del motor. Fernando fue presidente del Real Automóvil Club de España (RACE) durante 26 años y hace ocho años fue nombrado presidente de la Fundación RACE. En torno a su presencia, o por lo menos en torno a la presidencia de su padre, se construyó el circuito del Jarama. Y junto a esto, también fue vicepresidente de Sogecable, consejero de Vivendi Universal y de FCC Construcción, además de asesor de Citroën y miembro del consejo regional de Asepeyo. Ejerció de muchas cosas excepto de abogado.