Sánchez se viste de agencia de márketing y alquila una apisonadora para destruir armas de ETA

Podría ser un acto de una agencia de márketing, pero no. Se trata de una apuesta personal del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a través del cual pretende reforzar la imagen de que la banda ETA ha desaparecido y de paso limar asperezas con las víctimas del terrorismo, aunque en este caso no parece haber logrado su objetivo. Marlaska ha tomado la decisión de alquilar una apisonadora para destruir 1.400 armas en poder de la Audiencia Nacional e incautadas desde el año 1976 (la mayoría pertenecían a etarras, pero también hay algunas que eran de los Grapo y otros grupos terroristas). El problema es que el magistrado socialista no ha conseguido su objetivo, pues las asociaciones de víctimas no se sientes amparadas por un ministro que no ha hecho más que aproximar presos etarras as cárceles vascas para lo que entienden que es una forma de complacer al PNV y, sobretodo, a EH Bildu.

La idea de Marlaska es llamar para este 4 de marzo a todos los medios de comunicación con sus cámaras en mano para que tomen con detalle todas las imágenes. El Ministerio de Interior se ha hecho con una apisonadora de obra y obligará a funcionarios públicos a apilar las armas una tras otra, que no olvidemos que son más de 1.400, para poco después pasarlas por encima por la famosa apisonadora conducida por otro funcionario. En condiciones normales, este material no se destruiría necesariamente de esta manera, pero el Ministerio del Interior se ha visto en la presunta «necesidad» de escenificar una destrucción de armas que no hace más que irritar profundamente a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

Dignidad y Justicia ha anunciado este martes que no acudirá al acto simbólico de destrucción de armas de ETA que este jueves se organiza bajo la presidencia del jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, porque aseguran que los socialistas lo que realmente pretenden es «tapar el abandono, humillación y traición a los que tiene sometidas a las víctimas del terrorismo». El problema no es solo el hecho de que Marlaska se haya vestido de agencia de publicidad para destruir estas armas en un acto simbólico que tiene poco sentido en plena pandemia, sino que el ministro se ha limitado a acercar presos de ETA a las prisiones vascas desde el mismo momento en el que ganaron las elecciones para, según apuntan las fuentes consultadas, contar con el apoyo de EH Bildu.

En un comunicado, la asociación de víctimas ha recalcado que se trata de «una maniobra publicitaria» del Gobierno, con su presidente a la cabeza, para mostrar su repulsa hacia el acercamiento de presos de ETA y la «traición» a las víctimas.

El tema es que la asociación opina lo mismo que la oposición: no se puede lanzar un mensaje audiovisual cargado de márketing para poco después seguir con la misma política de acercamiento de presos que han mantenido hasta ahora. «Con más de 150 acercamientos y progresiones en grado en su conciencia, no puede tener a esta Asociación a su lado sino enfrente y así será mientras no modifique su hoja de ruta en materia de política penitenciaria y su desafección hacia las víctimas del terrorismo», ha argumentado la asociación en dicho comunicado.

Este acto, que recuerda poderosamente a otras chapuzas de márketing protagonizadas por el Gobierno central, no ha conseguido otra cosa que irritar poderosamente a las asociaciones víctimas del terrorismo. No es casualidad que las víctimas en su comunicado se hayan quejado de que Sánchez no se haya reunido con las asociaciones excepto para «usarlas» en 2018 «para escenificar otro movimiento político». Un golpe que el PSOE no quiere comentar para evitar un enfrentamiento público.

La reacción de las asociaciones de víctimas del terrorismo no ha sorprendido al PSOE, a quien dichos grupos ya llevan años advirtiendo de que no están de acuerdo con la política llevada a cabo por el Ejecutivo. El problema es que por cuestiones de apoyos políticos, el acercamiento de presos etarras a prisiones vascas se ha convertido en una herramienta política para que EH Bildu consiga determinados objetivos a nivel nacional. A cambio de su apoyo a los Presupuestos Generales, los independentistas vascos han conseguido una serie de concesiones que ha irritado profundamente a asociaciones víctimas del terrorismo.

El problema no es solo el hecho de la apisonadora en sí, sino el hecho de que sea el propio presidente del Gobierno quien vaya a presidir el acto de destruir tantas armas de una forma tan llamativa. Solo la curiosidad en sí hará que el vídeo institucional se vea y consiga el efecto deseado, algo que desde la oposición califican como «márketing político» descarado una forma burda de destruir unas armas incautadas desde los años 70.