Cobrar por no hacer nada: la historia de un emprendedor atípico

Si te decimos Shoji Morimoto, probablemente pienses que se trata de algún actor, músico o político japonés. Frío, frío. Aunque Occidente le está descubriendo ahora, en Japón es toda una celebridad. En sus redes sociales suma ya más de 270.000 seguidores. ¿Es un influencer? Si bien muchos creen que los líderes de opinión cobran por hacer ‘solo fotos’, en el caso de Morimoto es mucho sencillo: se alquila para hacer compañía, pero no al modo ‘tradicional’ o de carácter más sexual que podría imaginarse. Él se ‘alquila’ para conversar, acompañar en las actividades diarias, comer con una persona… o para lo que se tercie. Lo mejor de todo, que cobra por ello. Un emprendedor cuanto menos atípico, y muy original que seguro que más de una mente inquieta pensará cómo traerlo a España.

El catálogo de servicios del emprendedor Morimoto, que no cuenta tan siquiera con una página web, es tan amplio como las necesidades que sus clientes puedan tener. La única condición que se ha de cumplir, además de contactarle a través de los mensajes privados de la red social que trabaja (Twitter), es pagar los 80€ que cuesta su ‘compañía’ y las dietas en concepto de comida y viaje. En ningún momento acepta temas que trasciendan la mera compañía.

DE FÍSICO A EMPRENDEDOR (FELIZ)

Shoji Morimoto nunca pensó en convertirse en un emprendedor. Estudió Física y trabajó durante varios años en puestos que no le hacían feliz. Vigiló terremotos y sus efectos en los edificios y después probó a trabajar en una editorial. Allí su vida cambio por completo: no sólo descubrió que aquello no era lo suyo, o que no podía aguantar a su jefe. Un día, cayó en sus manos algunos textos de Nietzsche, y su mente dio un vuelco: ¿Y si no se le daba bien hacer algo? ¿Y si su futuro era no hacer nada? Así nació su idea de que quizás podría ser más útil ofreciéndose para otros.

Tal y como publica este emprendedor en sus redes sociales a modo de diario, cada día recibe al menos dos solicitudes, cuando no alguna más: acompañar a la gente a ir al supermercado, a comer, a cenar o simplemente para pasar un rato y no estar solo. La soledad, que es una de las lacras de la sociedad japonesa, estaría detrás del éxito de este emprendedor. Empezó con 35 años, y ahora con 37, y un hijo a su cargo, asegura que su particular negocio le da para mantener a su familia. Es más, ha aprovechado su experiencia con los diversos clientes para escribir un libro. De momento, parece que esta aventura le hace feliz y le provee de ingresos recurrentes con los que puede llevar una vida más plena que la que tenía en los ‘trabajos estándar’.

¿Cabría este tipo de iniciativas emprendedoras en la sociedad occidental? Esta es la pregunta que muchos se hacen después de conocer la historia de este físico emprendedor que un día decidió dar portazo a lo tradicional para hacer algo que nadie había pensado: que otras personas necesitaran compañía por el mero contacto social. Así, por ejemplo, Morimoto ha cobrado por ir a despedir a una persona al tren, por acompañar a la compra o a firmar un divorcio o por dar ánimos en una maratón, como ha explicado a la BBC. ¿Estarías dispuesto a pagar a un desconocido por este tipo de servicios?