El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, ha vuelto a las andadas. Desde el partido deslizan que está «harto» de cómo los jueces le acorralan sistemáticamente cada semana que pasa y el caso de la presunta niñera/directora general del Ministerio de Igualdad ha sido la guinda del pastel. El juez ve indicios de delito en el supuesto uso de Teresa Arévalo, una funcionaria nivel 30 del ministerio de Irene Montero, como niñera personal de la pareja. Y esto ha hecho que el líder de la formación morada recrudezca sus ataques a la Justicia hasta el punto de que ha sugerido, apoyándose en la exoneración del expresidente de Brasil Lula Da Silva, que los «golpes del siglo XXI los dan los jueces». Todo, enmarcado en un contexto en el que Unidas Podemos ha recuperado el concepto de lawfare para deslizar lo que llevan meses anunciando: que el uso de la Justicia como herramienta para perseguir a políticos es una realidad.
Por supuesto, la contienda no ha sido directa para evitar mayores problemas. Parece que, tal y como reclamaban desde el CGPJ en varias ocasiones, Iglesias ha asumido que en calidad de vicepresidente del Gobierno de una democracia no puede atacar sistemáticamente las decisiones judiciales o las motivaciones de los magistrados españoles solo porque perjudiquen a su partido. Por eso, Iglesias ha depurado su estilo y ahora solo se dedica a hablar de Brasil, aunque con ello le caigan golpes colaterales a los jueces y a los medios de comunicación. Nadie puede demostrar que, de facto, estos mensajes que desliza Iglesias se refieran a los periódicos y a la Justicia española, pero fuentes del partido aseguran que su hartazgo es más notable cada día que pasa. Y más ahora que el caso niñera podría estallarles en la cara al vicepresidente y a la ministra.
«Un titular y dos tuits breves», comentaba Iglesias. La noticia era que la Corte Suprema de Brasil anulaba todas las sentencias contra el expresidente del país latinoamericano Lula Da Silva. Y los tuits que tanto le gustaban a Iglesias atacaban por igual a los jueces y a los medios de comunicación. «Los golpes del siglo XXI los dan los jueces», comentaba uno. «En connivencia con algunos medios de comunicación», aclaraba otro. Y con esta ensalada de críticas, el vicepresidente se amparaba en Brasil para deslizar lo que desde el partido tienen claro que es otro ataque a los medios y jueces españoles.
«El lawfare contra Lula para evitar que fuera candidato y abrir el camino a la ultraderecha, ejemplifica el nuevo modus operandi de los grandes poderes», comentaba el vicepresidente segundo. Ese modus operandi del que habla tiene que ver con las imputaciones e investigaciones de las que hasta ahora Iglesias no ha conseguido librarse del todo. El caso Dina está en manos de su exasesora y colaboradora como dueña del periódico La Última Hora!, pues si ella denunciara, el juez considera que podría acabar con una condena; el caso Neurona deja entrever las supuestas mordidas que se habían llevado algunos dirigentes del partido, como el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero, por presuntos tratos de favor; y el caso niñera acaba de estallar con probabilidades de que se condene a la pareja por usar presuntamente dinero público y un cargo de directora general para contratar a quien en realidad hacía funciones de niñera, tal y como han denunciado.
Todo esto unido da como resultado que Iglesias está harto de la Justicia y lo deja entrever con tuits y poco más. Desde el partido muestran su comprensión con el líder y aseguran que hay una «persecución» contra el vicepresidente. Pero lo cierto es que todas las causas podrían salpicar a un Iglesias que da por hecho que no dimitirá. Pero estos ataques a los jueces no son exclusivos del líder, sino que también su pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero, se ha quedado a gusto deslizando que el CGPJ es machista por haber lanzado un comunicado que destacaba que una de sus leyes estrella era una chapuza a nivel técnico.
INDICIOS DE DELITO CON LA NIÑERA
El juez que instruye el caso Neurona ha sido el mismo que ha asegurado que hay indicios de delito en el caso de la niñera. Este caso estalló en el momento que una de las exabogadas de Unidas Podemos aseguró que Irene Montero había nombrado directora general a quien en realidad solo hacía funciones de niñera de su hija. Esto no debía haber ido a mayores, pero Unidas Podemos solicitó al magistrado que no lo investigara con la mala suerte de que el juez ha visto indicios de delito en este hecho.
Según el juez, se ha procedido a «incoar procedimientos independientes» sobre los nuevos hechos señalados por la ex responsable de Cumplimiento Normativo de Podemos Mónica Carmona, al estimar que «podrían ser constitutivos de delito». Así, se investigará al margen de ‘Neurona’ la presunta utilización por parte de Montero de una persona a sueldo de Podemos como cuidadora de su hija durante la campaña electoral de 2019. Carmona identificó a esta persona como Teresa Arévalo, detallando que acompañó a la entonces candidata y su hija en un viaje que tuvo lugar el 20 de octubre de 2019 a la ciudad de Alicante para participar en un acto electoral y que la dirigente ‘morada’ dejó a la niña al cuidado de Arévalo mientras intervenía en el mismo.