Inés Arrimadas, la estratega de primero de preescolar

Después de las asignaturas de Lengua, Matemáticas y Conocimiento del Medio, no había otra que se llamara Estrategia Política. Esta última se achaca más al sentido común, una cualidad que parece que la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, se ha dejado en casa esta semana cuando tomó la decisión de urdir junto al ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE un «plan maestro» para presentar mociones de censura en varias comunidades autónomas contra el Partido Popular. Ahora, ante la decisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de convocar elecciones anticipadas, la formación naranja no solo se ha quedado con las ganas del golpe de Estado figurado, sino que ha dejado a su partido a las puertas de la desaparición. Arrimadas reivindicaba el legado de Albert Rivera y parece que completará la tarea que inició el exlíder del partido naranja: hacer desaparecer Ciudadanos.

Arrimadas ha reconocido que mantuvo contactos con el PSOE y que intentó protagonizar una patosa estrategia para desbancar al PP de algunas comunidades autónomas y algún que otro municipio suelto, como ha sido el caso de Murcia, pero ha matizado que habló con el presidente popular, Pablo Casado, en más de una ocasión para dejarle claro que solo intentarían tumbarles en algún que otro gobierno autonómico, pero no en Madrid ni en Castilla y León. Nadie en su partido entiende qué quería decir la candidata con estas palabras o cómo pretendía que reaccionaran en el PP, pero todos dan por hecho que si Ciudadanos ya asomaba la cabeza al abismo, Arrimadas ha dado el empujón que hacía falta para hundir al partido en la miseria. Las encuestas, por el momento, en la Comunidad de Madrid, auguran un batacazo de la formación naranja similar al que se han dado el pasado febrero en Cataluña. Y esto es solo el principio.

No hay nadie en todo el partido naranja que resuma mejor que la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, lo que ha ocurrido en realidad. Es un resumen que Arrimadas reconoce, pero que no quiere oír. «Nos habéis jodido, de verdad», le ha comentado Villacís a Casado este jueves en cuanto le ha visto en la capital en un acto conmemorativo del atentado del 11-M. Con esto se refiere a que Ayuso, al abortar la intención de Arrimadas de presentar una moción de censura en la Comunidad de Madrid días después del anuncio de que se presentaría también en Murcia a nivel autonómico y municipal, ha desmontado su estrategia además de que ha conseguido hundir más, si cabe, a la formación naranja en unas elecciones que auguran que Ciudadanos se convertirá en un partido casi tan votado como el Partido Comunista.

En el caso de la Comunidad de Madrid, Arrimadas había hablado con el consejero de Transportes y expresidente autonómico, Ángel Garrido, para que fuera él quien se presentara como candidato a la moción de censura que esperaban que apoyara el PSOE, Podemos, Más Madrid y, por supuesto, Ciudadanos, para quitar a Ayuso del poder. Sobre el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, no se ha dicho nada más que el hecho de que era parte del mobiliario. No se ha enterado de nada mientras en su partido han organizado la mayor contraofensiva de su historia con el resultado más patoso y lamentable también de esa misma historia.

Si repasamos la estrategia, nadie se queda indiferente. Ayuso se puso en contacto con José Luis Ábalos para que, juntos, prepararan la forma de desbancar del poder al PP en cuatro comunidades autónomas: la Comunidad de Madrid, Castilla y León, Murcia y, sobretodo, Andalucía. El problema es que dentro de ese plan maestro de la líder de Ciudadanos, Murcia se adelantó e hizo saltar las alarmas en otros municipios y comunidades, como ha sido el caso de Madrid. Y al enterarse, Ayuso ha conseguido abortar de antemano todas las malas intenciones que tenía Arrimadas. Y hecho esto, Ciudadanos queda visto para sentencia.

Si la formación naranja hubiera presentado todas las mociones al mismo tiempo, es posible que el resultado hubiera sido diferente. O al menos si lo hubiera hecho con más discreción y con llamadas de por medio. La pregunta que se hacen en la sede de Alcalá es siempre la misma: ¿Cómo esperaba Arrimadas que reaccionara el PP después de que llamó a Casado para decirle que intentarían «joderle» en solo alguna que otra comunidad autónoma? La respuesta la ignoran, pero el resultado de estas llamadas lo han dejado igual de claro tanto Ayuso, convocando elecciones en un contexto electoral en el que Ciudadanos puede desaparecer del todo, como Villacís al decirle a Casado lo que la mayoría de los dirigentes naranjas piensan: «nos habéis jodido, de verdad».

Ahora Arrimadas se aferra a que su plan siga adelante, es decir, a que las mociones de censura prosperen por una cuestión de que se hayan presentado unos pocos minutos antes que la decisión del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid de celebrar elecciones anticipadas el 4 de mayo. Si no le salen bien las cosas, Ciudadanos tendrá que afrontar unas elecciones en un territorio fundamental para el partido en las que casi con toda probabilidad, según se desprende de las encuestas electorales realizadas, en las que se hundirá y perderá, como mínimo, la mitad de los representantes parlamentarios que tiene en la Asamblea de Madrid.