Moreno Bonilla entra con honores en la lista negra del PP tras enfrentarse a Casado

Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de Andalucía, se ha subido a la parra (y también a Sierra Nevada a esquiar). Los aires del Palacio de San Telmo han hecho que el líder autonómico se crea con la capacidad de controlar con puño de hierro todas las delegaciones provinciales del PP hasta el punto de buscar perfiles afines a él y no a la cúpula del partido. Este pulso, que ha sido especialmente potente en Sevilla, ha llevado a Bonilla a entrar a la lista negra del Partido Popular y a perder completamente la confianza de la cúpula que lidera Pablo Casado. Tal es el enfado en Génova contra Moreno Bonilla que el entorno del presidente autonómico teme que no vaya a ser el cabeza de lista en las elecciones en caso de que pierda la presidencia en los próximos comicios. El PP quiere gente fiel. Y más ahora. Y el regidor autonómico se ha pasado de frenada.

Casado ha impuesto a su candidata por goleada. Virginia Pérez repetirá como presidenta del Partido Popular de Sevilla y ha dejado a su rival, Juan Ávila, el candidato que contaba con el apoyo del presidente de la Junta Andalucía, a la altura del betún y rabioso por el resultado (hasta el punto de que ha anunciado que recurrirá «ante todas las instancias» el «fraude histórico» que ha vivido). El embrollo que se ha desatado es variopinto, hasta el punto de que Ávila pretende seguir dando guerra a Génova a pesar de que se ha dado a conocer el resultado. Aún así, hay poco margen de maniobra para Ávila, dado que la candidata de Casado, por su parte, ha logrado en la primera vuelta el 61% de los votos, mientras que el chico de Bonilla no ha conseguido ni lo necesario para seguir en el encuentro.

Es de entender que Casado no quiera que Ávila presida el PP de Sevilla. Y no precisamente porque sea más cariñoso con Moreno Bonilla que con él, sino porque en un audio se vino muy arriba y llamó a los suyos a echar del PP a los «cuatro golfos y sinvergüenzas» que controlan el partido. Casado y el secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, seguro que son dos de esos cuatro. Los otros dos aún están por descubrir, pero queda claro que precisamente amor no es lo que le profesa Ávila a la cúpula del PP.

El resultado es que Moreno Bonilla no ha conseguido colocar a nadie afín en una delegación del partido tan importante como es la de Sevilla y que Génova le ha puesto en el punto de mira, al igual que ha pasado con el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, quien ha conspirado contra Casado en un momento delicado del Partido Popular. La lista crece, pero García Egea no perdona.

Los que aman a Moreno Bonilla por haber «liberado» Andalucía del yugo del socialismo están con su líder. Consideran y dan por hecho que la designación de la candidata de Pablo Casado como presidenta del PP de Sevilla ha sido un pucherazo propio de otra época. Y dentro de esas acusaciones, el principal señalado es el fontanero eficiente del Partido Popular, Teodoro García Egea. El hombre de confianza de Pablo Casado sigue trabajando día tras día para colocar en todas las delegaciones del partido a gente afín al actual presidente del partido para así evitar que las conjuras para acabar con Casado queden en un segundo plano al menos hasta que se celebren las próximas elecciones generales.

Moreno Bonilla pierde el pulso en su propia tierra y ahora se ha retratado. La delegación del partido en Sevilla es fundamental para controlar el partido en el territorio y García Egea le ha ganado el pulso con creces. Ahora, no solo ha perdido control en el partido, sino que ha destapado su verdadera posición y ha mostrado deslealtad a la cúpula del PP, aunque desde precisamente esas instancias insistan en que poco les preocupa quienes conjuren más de la cuenta bajo sus faldas.

ELECCIONES EN ANDALUCÍA

Los comicios andaluces deberían celebrarse en 2022. Sin embargo, desde el PP sopesan la posibilidad de adelantar las elecciones para evitar que el PSOE coja fuerza y pueda desbancarles del poder. Vox es uno de esos partidos que exige que se celebren cuanto antes (de hecho, se sopesa la posibilidad de que sea la diputada por Granada Macarena Olona la que vaya en cabeza en las listas de los comicios andaluces). Pero Moreno Bonilla, de quien depende esta decisión, aún no se ha inclinado por una u otra opción.

El problema es que el presidente de Andalucía se ha retratado ante una cúpula que ya le ha añadido con honores a la lista negra y no sabe si al convocar los comicios comiencen los movimientos en su contra. Está claro que mientras sea presidente de la Junta, no le quitarán de la cabeza de lista. Pero si pierde, Moreno Bonilla sabe que la cúpula no tardará en darle la patada al presidente autonómico para poner en su lugar a gente fiel.

Se adelanten o no, Moreno Bonilla se ha puesto una soga en el cuello. Génova no le tocará mientras esté en San Telmo, pero sí lo pierde, tiene los días contados solo por haberse emperrado en que quien llevara la delegación del partido en Sevilla fuese uno de sus fieles. Y tal y como están las cosas en un PP donde la cúpula tiene latentes algunos enemigos, no ha sido un movimiento inteligente. Ha perdido y está en la lista negra, justo detrás de Alfonso, el presidente de Castilla y León.