Así buscan sobrevivir los asesores del PP que se fueron a C’s y que ahora se camuflan en la maleza

No todo es política, también es supervivencia para algunos. La Comunidad de Madrid es una administración tremenda. Tiene cargos intermedios para aburrir y ningún político impone un control férreo sobre los cargos que cuelgan bajo las faldas de quienes juegan en la primera línea. En este contexto, hay una serie de supervivientes eternos e inmortales que ven cómo desfilan consejeros, presidentes y jefes de gabinete mientras ellos pasan desapercibidos para seguir embolsándose su sueldo público. Tampoco importa el color político, solo la supervivencia. Estos puestos siempre son a dedo por cuestiones de confianza. Al menos se llega a ellos así. Luego se olvidan de ellos y ahí están, cobrando un sueldo que pagan todos los madrileños. Cristina Sánchez Masa, Miguel Oliver, Nuria Santos, Nuria Platón o Raquel Ruiz son algunos de estos cargos. Pero hay más, muchos más.

Se acercan elecciones y es el único periodo en el que estos permanentes funcionarios tiemblan. Dependiendo de quién llegue, mantendrán su posición o no. Pero si llega el PSOE y se percatan de que bajo su ala hay un director de márketing que llegó a donde llegó por la gracia personal de un consejero de Ciudadanos, puede que se les acabe el chollo. Lo divertido de todo esto es el cambio de colores políticos. Les importa bien poco pasar del color naranja al azul y de ahí al que sea siempre que mantengan sus puestos y su nivel de vida. Son funcionarios sin haber hecho una oposición. Lo malo es que si no se mueven bien pueden acabar fuera. Hay que ver mucho Juego de Tronos.

Miguel Oliver es uno de esos personajes públicos que no solo ha cambiado de color político como de camiseta, sino que también ha fomentado, según detallan las fuentes, el cambio y la imposición de más de una mujer que gozaba de su confianza. Oliver es un drugo del exconsejero de Transportes Ángel Garrido. Era un redactor jefe de ABC «amable» con el político hasta que Garrido como vicepresidente de la Comunidad de Madrid le rescató como director de comunicación de la propia administración. Entonces su camisa era del Partido Popular y mataba por esos colores. Lo curioso es que cuando Garrido sufrió una conversión a Ciudadanos tras una epifanía ideológica, Oliver sufrió el mismo destino y acabó de director de Comunicación y Márketing del Metro de Madrid. Ole ahí. De redactor del Marca (pues su verdadera pasión es el deporte, como la de Rajoy) a jefe de márketing del Metro pasando por la dirección de comunicación de la Comundiad de Madrid. Eso son vueltas de campana y no lo que se ve en un accidente de la Nascar.

Con Oliver llegaron nuevos cambios. Igual que Garrido movió fichas para imponer a Oliver en cualquier lado que tuviera un sueldo portentoso, el director de márketing del Metro también hizo cambios en su estructura cuando llegó. El eterno Oliver quiso mantener en la órbita de lo público a alguien de su estrecha confianza: Cristina Sánchez Masa. Esta fue asesora de Ángel Garrido durante su etapa en el PP pero después llegó a un nivel de confianza con Oliver suficiente como para que éste apartara a Nuria Santos de su puesto en Metro de Madrid (otra que trabajó en prensa con Garrido) para imponer a Sánchez Masa en su lugar y que llegara a ser subdirectora de relaciones institucionales del Metro.

Sánchez Masa es otra del club de los inmortales de la Comunidad de Madrid. Quien acabó en un alto cargo en Metro de Madrid sin tener preparación alguna para ese puesto en sustitución de Nuria Santos (otra que contaba con la estrecha confianza de Garrido) ha sido asesora técnica en el gabinete de Presidencia de la Comunidad de Madrid (julio 2015-agosto 2019) en la etapa popular. Después, debió tener otra epifanía ideológica como la de Garrido y entendió que el verdadero centro derecha estaba en Ciudadanos y esto la llevó a pasarse bajo el ala de la formación naranja. Aún así, Sánchez Masa, que también ha sido concejal de Recursos Humanos en el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, tenía un currículum suficientemente atractivo para Oliver como para que la impusiera frente a Nuria Santos.

Ahora pasemos a conocer mejor a Nuria Santos, otra superviviente del club de la Comunidad de Madrid. En este caso, su Juego de Tronos no le ha salido demasiado bien y está algo rebotada por la decisión de Oliver de darle la patada para poner a una de sus chicas de confianza. Tal es el rencor de Santos que incluso en LinkedIn se resiste a decir que ya no trabaja como subdirectora de relaciones institucionales del Metro. Si hurgas, sí que detalla que solo trabajó un año y seis meses. Pero en el título general que acompaña a su nombre no se ha dignado a quitar el cargo del que ahora disfruta Sánchez Masa por designio divino de Oliver. Si no juega bien sus cartas, Santos podría salir de Supervivientes políticos 2021.

Otra digna heredera de la chapita de los inmortales es Nuria Platón, quien ha sido asesora de prensa de cualquiera que se le ponga por delante siempre que le mantenga el salario suficiente. Platón se ha movido bien, pues ha pasado del diario La Razón a ser asesora de prensa de Garrido, es decir, de Ciudadanos, y de ahí, tras el cese del consejero de Transportes con la convocatoria electoral anticipada, ha pasado a ser (y agárrate) asesora de prensa de la Consejería de Educación y Juventud con Enrique Ossorio, es decir, con el Partido Popular. Aquí da igual donde estés y en qué te hayas preparado. Esto va de dar saltos de supervivencia para entrar en el club de los inmortales de la Comunidad de Madrid.

Sigamos aumentando el club de los supervivientes de la autonomía. Otra que lleva con orgullo la chapa de chaquetera es Raquel Ruiz Rodrigálvarez, delegada de prensa de la Consejería de Presidencia. Ella presume de dedicarse a la comunicación política, pero como Groucho Marx, si no te gustan estos principios, tiene otros siempre que mantenga su salario. En 2015 se empezó sus aventuras dentro de la comunicación política, primero como delegada de prensa de la Consejería de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio con el gobierno del Partido Popular y después de la Consejería de Transportes, Infraestructuras y Vivienda. Es decir, primero con el PP y después con Ciudadanos también de la mano de Garrido.