Estar en pareja no siempre es fácil. Aquellos que tienen una relación duradera se sentirán identificados con determinados momentos en los que nos llegamos incluso a plantear si es buena idea. Lo mismo sucede también para los matrimonios. Y es que llega un momento en el que los caminos pueden separarse aunque ni siquiera nos demos cuenta.
Hay expertos que aseguran que la clave de la felicidad es cambiar de compañero cada cinco años. Para los que defienden esta teoría, casarse no entra dentro de las pretensiones de una persona, si no quiere divorciarse cada x tiempo. Sin embargo, hoy en día, todavía son muchas las relaciones que llegan a este término.
Si estás en una situación en la que no sabes qué hacer, descubre las claves para decidir si divorciarte o no de tu pareja.
Falta de felicidad y de ilusión por seguir en pareja
Una de las primeras claves que nos pueden hacer pensar que no estamos en la relación correcta es cuando dejamos de comunicarnos con la otra persona. Existen determinados problemas en una pareja que la llevan a sumergirse en una rutina demasiado abrumadora que no les deja ni hablarse. Esto se alimenta, además, de los problemas que pueden surgir a diario, contribuyendo a que se de esa distancia emocional cada vez más grande entre las partes.
Con los quehaceres del día a día, cada vez son más las personas que no encuentran el momento ideal para volver a salir juntos y hacer cosas nuevas. Es decir, divertirse para desconectar y volver a construir ese vínculo íntimo. La pasividad en este aspecto puede llegar a ser fatal. Si no resolvemos de forma adecuada los problemas que vayan surgiendo en el matrimonio, llegará un momento en el que las discusiones serán la tónica del día a día, destruyendo la pareja.
Otra clave que puede advertirnos de que la pareja está rota es el no sentir que somos felices junto a nuestro compañero o compañera. Si esa idea ronda nuestra mente, debemos tenerlo en cuenta. Es cierto que, si aparece cuando tenemos determinados problemas o dificultades, podemos pasarlo por alto. Sin embargo, si fantaseamos muy a menudo con divorciarnos es porque lo necesitamos. En ese instante, nos tenemos que dar cuenta de que estamos atrapados en una situación que no nos gusta.
Si no hay comunicación ni sexo, puede ser una buena clave
Como decíamos, la comunicación es una de las bases sobre las que debe asentarse toda pareja sana. Aunque no compartamos pensamientos, hablar siempre es la solución. De lo contrario, si nos cerramos en banda y dejamos de compartir hasta nuestros sentimientos con la otra persona, nos estaremos distanciando de forma irremediable. Hablar de forma habitual será importante de cara a aliviar el estrés del día a día y contribuir a establecer un vínculo más fuerte entre los dos miembros.
En el caso de que hablar con nuestra pareja nos de miedo o pereza, habrá un problema. Hay personas que no se sienten cómodas al comunicarse con su compañero, lo que indica que hay una falta imporante de confianza en el matrimonio. Cuando llega este momento, solo significa que el divorcio está cada vez más cerca. Sin confianza, ningún tipo de relación puede llegar a buen puerto.
Al igual que sucede con la comunicación, el sexo es otra de las bases sobre las que se construye una relación. Puede que notes que uno quiere mantener relaciones sexales y el otro no o, en casos extremos, que ninguno de los dos tenga nunca ganas. Esto se traduce en que no hay conexión emocional, por lo que tampoco queréis tener nada íntimo. Sin importar cuál sea la razón, cuando una pareja deja de tener intimidad estará prácticamente abocada al fracaso. Si pensamos y trabajamos en cuál puede ser el problema, quizá estemos a tiempo de ponerle una solución.
Notas que estás a la defensiva con tu pareja
Las peleas y discusiones son normales en la pareja. El matrimonio no quiere decir que esas rencillas vayan a desaparecer, sino todo lo contrario. Sin embargo, aunque esto es completamente normal, empezaremos a notar que es un problema grave cuando no hacemos otra cosa más que discutir. O, en su caso, cuando siempre nos apetece discutir.
En el momento en el que sentimos que estamos siempre a la defensiva, o tu compañero te haya dicho en más de una ocasión que siente que siempre le atacas, esta puede ser una clave clara de que necesitamos el divorcio, porque ya no nos sentimos a gusto ni cómodos con la otra persona. Esto derivará en otras situaciones como el desprecio de los sentimientos mutuos e incluso desprecios. Empezará el punto de no retorno.
Cuando todo esto ocurre, las posibilidades de que lo vuestro termine en divorcio son cada vez más altas. Los conflictos aparecerán y la clave está en saber cómo solucionarlos. Cuando los evitamos o, al resolverlos, activamos siempre nuestros mecanismos de defensa de forma negativa, no podremos ponerle una solución de manera sana, lo que estará abocado al fracaso.
Cuando quieres solucionar el problema, la otra persona no
Otra de las claves que debemos tener en cuenta y que también está relacionada con los conflictos es cuando nos sentimos frustrados porque, cuando deseamos hablar con la pareja para solucionar los problemas, la otra persona se aleja cada vez más, evitando la confrontación y también la reconciliación.
En ese momento debemos darnos cuenta de que las cosas no van bien. Puede que intentes expresarte con tu compañero y su comportamiento indique que no le importas. Si sientes que no tiene interés en solucionar nada de lo que sucede, quizá el divorcio sea la única opción que queda, pues será síntoma de que el matrimonio está irremediablemente roto.
La inteligencia emocional es muy importante en una pareja. Por eso, cuando llegan los problemas, una de las cosas que debemos pensar es de qué forma podríamos salvar nuestro matrimonio. Algo que nos puede venir bien es hacer una lista con pros y contras. Apunta aquello que necesitas en tu relación y qué quieres que haga tu pareja. Si lo hacéis juntos, puede ser un buen ejercicio para volver a comunicaros. Si aún así no conseguís llegar a un acuerdo, puede que no haya nada que hacer.