Los obispos han pedido al Ministerio de Educación que la reforma educativa, la LOMLOE, ofrezca «el espacio necesario» a la asignatura de Religión y han reiterado su «voluntad de diálogo» a las administraciones educativas.
«Ojalá que los desarrollos de la LOMLOE que faltan por conocerse garanticen a la enseñanza religiosa escolar el espacio necesario para que pueda contribuir eficazmente a la formación integral de los alumnos y, en general, a la mejora del sistema educativo», ha precisado el obispo de Lugo y presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, Alfonso Carrasco Rouco.
En este sentido, ha precisado que «quedan algunos aspectos por definir en los desarrollos normativos» sobre la regulación de la clase de Religión y ha reiterado la «voluntad de diálogo» de los obispos con las administraciones educativas.
Así lo ha indicado Carrasco Rouco este jueves durante la presentación virtual de las conclusiones del Foro ‘Hacia un nuevo currículo de Religión católica. Un diálogo entre todos y para todos’, que tuvo lugar a lo largo de los meses de febrero y marzo.
Tras la celebración de este foro, el obispo ha anunciado que ahora entrarán en fase de redacción del currículum de la clase de Religión y harán «un seguimiento cercano al desarrollo de la reforma educativa». También ha pedido a todos los miembros de la comunidad educativa que participen activamente en los procesos de aplicación de la ley.
Entre las tareas que deberán abordar, según ha dicho, están: la formación inicial y permanente del profesorado, así como reflexionar sobre la situación laboral de los profesores de Religión pues «será inevitable, a partir del momento en que el Ministerio plantee un nuevo estatus de la función docente y un nuevo acceso a la profesión».
Igualmente, ha apuntado que tienen entre manos la responsabilidad de «preparar la enseñanza religiosa escolar para los próximos escenarios educativos acordes con el espacio europeo» de cara al año 2025.
En cuanto a las conclusiones del Foro que inspirarán la redacción del currículo de la asignatura de Religión, el documento de síntesis presentado este jueves destaca que «el nuevo currículo de Religión católica deberá plantearse en línea con el marco pedagógico de la LOMLOE, es decir, en clave de competencias y en referencia a sus descriptores en los perfiles de salida que fijarán las administraciones educativas».
Asimismo, señala que «deberá plantearse en diálogo con los desafíos globales» y que una «fuente de inspiración» será «la propuesta de la centralidad de la persona en todos los procesos educativos», tal y como se formula en los mensajes del Papa Francisco a propósito del Pacto Educativo Global, y en sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.
Además, durante el Foro se ha llegado a la conclusión de que el nuevo currículo deberá incluir «el conocimiento de Dios Padre, la centralidad de Jesucristo, la antropología cristiana, la comunidad eclesial y su historia, o los principios y valores del pensamiento social cristiano».
CULTURA Y DEFENSA DE LOS DDHH
Igualmente, el documento precisa que los contenidos deberán capacitar al alumno «para el diálogo intercultural e interreligioso», y darle a conocer «el legado cultural y todo su patrimonio artístico y social, visibilizando sus raíces cristianas».
Los obispos de la Comisión Episcopal para la Educación también añaden que deberá enseñarse a los alumnos a «la promoción de la dignidad personal y los derechos humanos de todos y todas, el cuidado del planeta, la denuncia de la injusticia y la propuesta de la inclusión, la formación de la ciudadanía global y el fortalecimiento de las libertades fundamentales y la democracia».
Los prelados diferencian la clase de Religión del «catecumenado» y definen la asignatura como «servicio eclesial a la sociedad, como un bien común y como formación humana». Por ello, dicen que el nuevo currículo «deberá diseñar sus intenciones educativas en línea con las finalidades propias de la escuela», teniendo en cuenta también los desafíos globales del paradigma tecnocrático.
ACOMPAÑAR EL DESPERTAR ESPIRITUAL
También consideran que «deberá acompañar el despertar espiritual y la búsqueda de respuestas a las cuestiones del sentido» que se planteen los alumnos.
Por otro lado, apuntan que el nuevo currículo deberá definir sus competencias específicas en cada una de las etapas educativas, enumerar los aprendizajes básicos para cada una de ellas, y fijar los criterios de evaluación para cada etapa, desde Infantil hasta Bachillerato.
Finalmente, proponen un contenido que se pueda programar por ámbitos de forma globalizada e interdisciplinar; abierto a las metodologías activas y cooperativas; y que sea común aunque contextualizado en los entornos locales.