El arca del Partido Popular sigue haciendo hueco a los náufragos del Ciudadanos. Desde que la formación naranja abocara a la Comunidad de Madrid a unas elecciones anticipadas que se celebrarán el próximo 4 de mayo ha habido muchos dirigentes políticos naranjas que han saltado por la borda y han pedido flotadores al PP para seguir chupando de la teta de la administración pública. Algunos se han buscado la vida en el sector privado, otros están en LinkedIn #OpenToWork y los más agraciados han sido indultados por la varita de José Luis Carreras en lo que parece la Consejería de Derechos Humanos. Hay uno que circula por la administración con el sobrenombre de «el indultad». Hablamos de David Robles, excoordinador de labores de comunicación interna y externa en la Consejería de Economía, Empleo y Competitividad. Vamos, que era de Ciudadanos y el magnánimo Carreras le ha dado una segunda oportunidad escondiéndole en las consejerías.
Nuevo destino. pic.twitter.com/uTtFY8Ff5Z
— David Robles (@DavidRobles4) March 18, 2021
David Robles es un tipo con suerte. No las tenía todas consigo cuando el consejero de Ciudadanos Manuel Giménez cesó en el cargo. Fue él quien le rescató y le incluyó en su equipo en 2019 y no fue fácil sobrevivir a la purga. En cualquier caso, «el indultado» consiguió convencer a la Consejería de Presidencia de María Eugenia Carballedo para que su presencia en la Comunidad de Madrid era imprescindible. El arma de Carballedo (Carreras) levantó la espada e indultó a Robles, que ahora mantiene un escondido cargo entre la maraña de consejerías y que, previsiblemente, sobrevivirá en la administración pública siempre que el Partido Popular de Isabel Díaz Ayuso gane las elecciones autonómicas.
Carreras le indultó y hasta ahora sobrevive en el seno del PP
Robles es un delegado de prensa más. Era un apoyo en materia de comunicación para Giménez en la Consejería de Economía y pensó que tendría que volver a Onda Cero en el momento en el que todo el proyecto de Ciudadanos se fue al traste ante la chapucera estrategia llevada a cabo por Inés Arrimadas al frente de la formación naranja. Pero el caso de Robles salió bien. Carreras le indultó y hasta ahora sobrevive en el seno del PP. No creemos que ahora suelte la afiliación ni la banderita con la gaviota (ya sabemos que no es una gaviota, pero para el común de los mortales lo seguirá siendo) ni harto de vino. Y menos si Ayuso saca un buen resultado en las elecciones.
El caso de Robles es un tema de afrontar la situación. David llamó y pidió permanecer en el cargo o al menos en la administración y dentro de su magnanimidad la que debería rebautizarse como Consejería de Recursos Humanos le indultó para que siguiera con su labor (o similar) dentro de la maraña de la administración. Robles afrontó la situación y ganó el perdón de los que ahora son los suyos, pero hay otros que siguen escondidos debajo de la mesa con la esperanza de que no se den cuenta que ahí están, cobrando de lo público con un cargo a dedo que podrían reutilizar para colocar a otro amiguete (en género neutro, para que no se enfade Irene Montero, la ministra de Igualdad).
El caso de Miguel Oliver al frente de la dirección de marketing de Metro es el contrario al de Robles. David se plantó ante Carreras para ver qué se podía hacer con su posición laboral. Oliver se ha escondido bajo la mesa a la espera de que nadie se entere de que sigue ahí. De hecho, el caso de Miguel Oliver es el más común en aquellos cargos que no vienen por dependencia directa del consejero. Esos cargos a dedo con creativas direcciones o con puestos muy bien pagados en empresas públicas que aún se mantienen a pesar de que quienes les pusieron ahí ya han desaparecido.
LA SUPERVIVENCIA EN LO PÚBLICO
No todo es política, también es supervivencia para algunos. La Comunidad de Madrid es una administración tremenda. Tiene cargos intermedios para aburrir y ningún político impone un control férreo sobre los cargos que cuelgan bajo las faldas de quienes juegan en la primera línea. En este contexto, hay una serie de supervivientes eternos e inmortales que ven cómo desfilan consejeros, presidentes y jefes de gabinete mientras ellos pasan desapercibidos para seguir embolsándose su sueldo público. Tampoco importa el color político, solo la supervivencia. Estos puestos siempre son a dedo por cuestiones de confianza. Al menos se llega a ellos así. Luego se olvidan de ellos y ahí están, cobrando un sueldo que pagan todos los madrileños. Cristina Sánchez Masa, Miguel Oliver, Nuria Santos, Nuria Platón o Raquel Ruiz son algunos de estos cargos. Pero hay más, muchos más.
Se acercan elecciones y es el único periodo en el que estos permanentes funcionarios tiemblan. Dependiendo de quién llegue, mantendrán su posición o no. Pero si llega el PSOE y se percatan de que bajo su ala hay un director de márketing que llegó a donde llegó por la gracia personal de un consejero de Ciudadanos, puede que se les acabe el chollo. Lo divertido de todo esto es el cambio de colores políticos. Les importa bien poco pasar del color naranja al azul y de ahí al que sea siempre que mantengan sus puestos y su nivel de vida. Son funcionarios sin haber hecho una oposición. Lo malo es que si no se mueven bien pueden acabar fuera. Hay que ver mucho Juego de Tronos.
Miguel Oliver es uno de esos personajes públicos que no solo ha cambiado de color político como de camiseta, sino que también ha fomentado, según detallan las fuentes, el cambio y la imposición de más de una mujer que gozaba de su confianza. Oliver es un drugo del exconsejero de Transportes Ángel Garrido. Era un redactor jefe de ABC “amable” con el político hasta que Garrido como vicepresidente de la Comunidad de Madrid le rescató como director de comunicación de la propia administración. Entonces su camisa era del Partido Popular y mataba por esos colores. Lo curioso es que cuando Garrido sufrió una conversión a Ciudadanos tras una epifanía ideológica, Oliver sufrió el mismo destino y acabó de director de Comunicación y Márketing del Metro de Madrid. Ole ahí. De redactor del Marca (pues su verdadera pasión es el deporte, como la de Rajoy) a jefe de márketing del Metro pasando por la dirección de comunicación de la Comundiad de Madrid. Eso son vueltas de campana y no lo que se ve en un accidente de la Nascar.