sábado, 14 diciembre 2024

Xela Arias, pionera en la profesionalización de la edición y maestra que conectó con las nuevas generaciones

La figura de Xela Arias enlaza directamente con los principales retos a los que se enfrenta la lengua gallega: la adaptación a los nuevos tiempos y formatos, su visibilidad en el panorama internacional y su conexión con las nuevas generaciones.

Es por ello que el papel de la autora en el mundo editorial, pionera a la hora de traducir los grandes clásicos de la literatura al idioma propio y su vocación de actualización en constante contacto con los más jóvenes a través de la docencia, han sido claves para su elección como homenajeada este 17 de mayo.

La escritora decidió dejar los estudios con apenas 18 años, un cambio de dirección que supone un ejemplo de su rebelión contra los itinerarios preestablecidos, su afán de autonomía y de llevar ella misma las riendas de su vida. Pocos después de renunciar a los exámenes de COU se integró en el equipo promotor del proyecto emergente de Edicións Xerais de Galicia bajo la batuta de su fundador y entonces director, Xulián Maure.

El presidente de la Real Academia Galega y exdirector de Xeráis, Víctor Freixanes, destacó en una entrevista a Europa Press que se trataba de «una época muy ilusionante», en la que Xela decidió implicarse «alrededor de este proyecto de construcción del país» en el que desarrolló «un trabajo magnífico», prácticamente «como una de las directoras de esa orquesta» y con la voluntad de potenciar y situar el sistema literario de Galicia en el mundo.

«En aquel momento la editorial estaba naciendo, necesitaba gente, personal… y Xela acababa de terminar el equivalente entonces a bachillerato y le dijo a sus padres que no quería seguir estudiando. Al principio empezó haciendo un poco de todo, sobre todo facturas de los pedidos, había muchos por el tema del libro de texto, que entró con fuerza en Xeráis. Y de ahí poco a poco pasó a ser correctora de estilo, revisora y correctora de textos…», señaló, por su parte, el actual director de la editorial, Francisco Alonso.

A pesar de abandonar el sistema educativo, la joven autora contaba con una importante capacidad en gran medida por su padre, el docente y escritor Valentín Arias, un icono «fundamental» en la normalización lingüística. «Tenía una escuela en casa importante, pero era muy autónoma. No aceptaba fácilmente que otro le dijese lo que tenía que hacer. Y en Xeráis, una editorial que también nacía y que ofrecía nuevas alternativas, encontró el espacio ideal para construir ese edificio», recuerda Freixanes.

IMPULSO A LA TRADUCCIÓN

Arias era «muy meticulosa» y ejercía su papel «con muchísimo rigor», de ahí que en poco tiempo asumiese nuevas responsabilidades en el ámbito editorial y sobre todo en la traducción. La autora se encargó de llevar al gallego grandes obras de la literatura universal de James Joyce, Roald Dahl, Angela Carter, Bram Stoker o Baudelaire, iniciativas como la ‘colección Xabarín’, ‘Grandes do noso tempo’, ‘Xerais Universitaria’ o ‘Biblioteca de Autores Galegos’.

La visión de Arias partía del objetivo de incentivar la lectura en el idioma propio a partir de los grandes clásicos. La autora estaba convencida de que la disponibilidad de obras que hasta ese momento eran accesibles únicamente en castellano permitiría atraer a nuevos lectores, y especialmente entre los jóvenes. Freixanes considera que Arias entendía que era necesario apostar por la calidad, pero también traer y apostar por obras «útiles para la construcción de ese edificio de la traducción y del libro».

«Trabaja en los 80 y en los 90, cuando se estaba construyendo toda la base del edificio de la oferta literaria editorial, sobre todo para las nuevas generaciones», recuerda Freixanes. Galicia no contaba entonces con la nómina de autores «tan enorme» con la que cuenta hoy en día, especialmente para un público juvenil, añade Alonso. La poeta se situó como una de las pioneras en la profesionalización de la edición y de la traducción.

LA NORMA

En paralelo tanto ella como el resto de profesionales y autores formaron parte de un momento trascendental: la fijación de una norma ortográfica para el gallego. «Estuvo dos años trabajando prácticamente sin una orientación mínima», señala Francisco Alonso, salvo por unas bases ortográficas «que servían un poco de guía» para el día a día, hasta que se publicó finalmente la normativa en el 82.

Arias ejerció un trabajo «complejo» para cuidar los textos y defendió la necesidad de fijar ese canon ortográfico para el idioma en unos «tiempos difíciles» y «duros». «La fijación de la norma fue muy polémica. Supone la elección de un estándar y eso siempre crea discrepancias. Y en una situación en la que la lengua no estaba normalizada, crea muchas suspicacias», añade Alonso.

La autora era muy cuidadosa con el tema lingüístico, como parte de ese afán por profesionalizar la edición a través de ese diálogo con los textos. Es por ello que realizaba muchas propuestas y sugerencias a los autores, que en ocasiones «llegaban a enfadarse».

ENTRADA EN LA DOCENCIA

Tras diez años de trabajo, Arias decidió retomar sus estudios, en concreto Filoloxía Hispánica en la Universidade de Vigo (en el 91) y posteriormente Galego-Portugués. Fue entonces cuando conoció a las que serían tres de las personas más importantes de su vida: sus compañeras en la facultad Mónica Soto, actualmente profesora en el IES Castelao de Vigo; Ana Iglesias, docente de la Uvigo, y Clara Pino, docente y artista.

Iglesias recuerda como la vio en los corredores del centro y que, a través de hablar y contarse sus vivencias, empezaron a forjar una amistad que se extendería más allá de los años de la carrera, a pesar de la distancia generacional que había entre ellas.

«Ella tenía un estilo de vida y una experiencia que no teníamos. Hablábamos de literatura, de la vida, la actualidad… Tenía muy claro desde que quería dar clases y no volver a Xeráis a tiempo completo», ha señalado. Aún recuerda cuando Arias la llamó para hablarle de su primera sustitución como docente, en el IES Terra de Xallas de Santa Comba, una experiencia que le convenció aún más en su voluntad de ser profesora.

«Siempre conectó muy bien con el alumnado. Le gustaba mucho estar en contacto con las nuevas generaciones, tener acceso a otras visiones de la vida diferentes, de gente más joven», ha añadido.

Este interés enlaza, precisamente, con su afán y su conciencia de impulsar el gallego y el conocimiento con las nuevas generaciones, como ya demostró durante su paso por la editorial.

«ERA UNA PARTE DE ELLA»

Su compañera, Mónica Soto, también coincide con esa vocación de Xela por la docencia, de quien destaca su «habilidad enorme» por escuchar y aprender, como pudo comprobar tras su primera experiencia en Santa Comba.

«Ella no era consciente como en tan poco tiempo logró atraerlos. Cuando acabó le hicieron un ramo de flores, etc… y ahí se dio cuenta de que -la docencia- era una parte de ella», recuerda.

Soto cree que esta vocación de Xela Arias ya era perceptible cuando la escuchaban hablar de su familia y de su relación con sus hermanos pequeños, aunque para ella por encima de todo siempre será su amiga.

«Era nuestra Xela. Una persona que me importa y me importó mucho y en determinados momentos de mi vida me hubiese gustado mucho tenerla cerca», ha zanjado.

Hoy en día, el legado de Xela Arias pervive en todos los centros por los que pasó, como el IES A Sangriña da Guarda, que mantiene un certamen poético y todo tipo de iniciativas en homenaje a la poeta, editora y docente.